Olvido de los factores sicológicos

<p>Olvido de los factores sicológicos</p>

 MANUEL E. GÓMEZ PIETERZ
No me parece adecuado calificar como anómico al Estado Dominicano, sino más bien como acéfalo por carecer de justa, diligente, responsable y oportuna dirección. Anómicos son el gobierno y los políticos que lo dirigen suplantando e irrespetando al Estado y constituyéndose ilegítimamente en su cabeza única. Según Ortega y Gasset, el Estado se irrespeta cuando la función pública se particulariza para servir al espurio interés político o privado.

La anomia del Estado en cambio, implicaría su mimetización con un gobierno incapaz hacer cumplir el mandato de la Constitución, las leyes y las normas para la convivencia social, y en consecuencia, la ruptura del pacto social en virtud del cual existe.

Hoy, en nuestro país la función pública está tan particularizada, que no responde a los intereses básicos de la ciudadanía ni al bien común de la sociedad. Lo público ha sido definitivamente sustituido por lo propagandístico con fines electoral y partidario, y en materia de criminalidad y seguridad ciudadana comienzan a organizarse asociaciones informales de ciudadanos para tomar en sus propias manos el castigo de los delincuentes y criminales. La prensa diaria ya ha reportado varios linchamientos efectuados por esas organizaciones informales. Cuando tales hechos ocurren justificadamente, la legitimidad del Estado está muy seria y definitivamente cuestionada. Para explicar las causas de la patología social dominicana, se suele recurrir a los factores de la dependencia externa de las potencias explotadoras de nuestras materias primas, y a cierto determinismo histórico que nos condena a ser así porque somos así a pesar de las supuestas bondades del individuo dominicano fatalmente corrompido por una sociedad afectada por la pobreza ancestral, la montonera y los malos gobiernos dictatoriales. Se olvidan u omiten los profundos factores psicológicos determinantes de la conducta y el ethos o manera de ser del individuo dominicano.

El psicólogo social Erich Fromm, en su libro titulado «El miedo a la libertad», nos describe lo que él designa como «proceso de individuación», el cual se inicia con el corte del cordón umbilical de su madre, separándolo definitivamente del dulce y cómodo estado de naturaleza que disfrutaba en el útero materno. El alumbramiento sería el abandono definitivo de ese plácido estado de naturaleza y el germinal y dramático surgimiento del individuo humano, que encontraría su símil perfecto en la bíblica expulsión del paraíso terrenal.

El abandono forzoso del cómodo estado de naturaleza, sitúa al individuo naciente en un mundo extraño en el cual siente la angustia y el miedo a la soledad. Aún en el estado más avanzado de la individuación y su consecuente afirmación del Yo, nunca desaparece en el individuo (sobre todo en el dominicano) el nostálgico deseo de volver al estado de naturaleza, como recurso liberatorio de asumir compromisos y responsabilidades colectivos y tomar las decisiones que demandan su nueva situación en el mundo real.

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