PUERTO PRINCIPE (AP) _ Las estrechas y sucias calles de Citie du Soleil están repletas de niños que van a la escuela, de amas de casa que compran comida en el mercado local y de coloridas camionetas que sirven de autobuses. En una esquina los tipos duros con sus camisetas deportivas beben ron sin ocultar sus pistolas y más allá los cascos azules jordanos vigilan desde sus vehículos artillados.
¨Y la policía? Ningún agente en kilómetros a la redonda. Quizás el único recuerdo de que alguna vez sí hubo representantes de esa vaga cosa llamada ley por acá son las ruinas azul y blanco de un antiguo cuartel.
«Hay 6.000 policías aproximadamente en Haití, es muy poco. Este país necesita 20.000 policías y de aquí a llegar a 20.000 policías faltan varios años, dijo el jefe de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), Juan Gabriel Valdés, en una entrevista con la AP.
El desafío es enorme: pandillas armadas que controlan barrios enteros, el país es usado como un punto de paso de la droga sudamericana que va hacia Estados Unidos y una ola de secuestros detenida probablemente hasta que se les acabe el dinero a los plagiarios.
El Departamento de Estado norteamericano ha señalado que esta nación cuenta con una policía «indisciplinada y una justicia «disfuncional y corrupta. El presidente electo René Preval sabe la tarea que le espera.
Durante una gira reciente por Brasil, Chile y Argentina explicó a los líderes de esos países que aportan tropas acá sobre la necesidad de que la MINUSTAH se adapte «a la nueva realidad política que implica su retorno al poder.
Como lo dijo en Brasilia, repitió en Santiago y recalcó en Buenos Aires, es hora de «reforzar, sobre todo, la seguridad de la policía y de la justicia.
La MINUSTAH cuenta hoy con unos 9.000 uniformados de 40 países desplegados en esta nación caribeña, de los cuales unos 1.750 corresponden a policías. El resto son soldados, no siempre acostumbrados a lidiar con civiles.
Valdés reconoció que lo «ideal sería que el componente policial fuera reemplazando progresivamente al componente militar, pero existen obstáculos que alejan esa posibilidad.
«Es una realidad que los países no están dispuestos a pasarle policías a las Naciones Unidas, están dispuestos a pasarle militares, explicó.
Algunos de esos países, como Argentinay Brasil, enfrentan problemas de delincuencia, pero no amenazas externas.
También la mejora de la seguridad pública de Haití es un requisito indispensable para levantar la economía del país más pobre del continente y donde hay 70.000 armas de fuego circulando fuera de las manos estatales.
Hoy los contratistas de compañías extranjeras con ganas de invertir acá recorren la ciudad en vehículos blindados a toda marcha, van acompañados de guardaespaldas armados y se guían por mapas que les señalan las amplias y peligrosas zonas rojas. Un clima poco amigable para los negocios.
Aunque oficiales de Naciones Unidas ya están entrenando cientos de policías, el ritmo parece lento para la apremiantes necesidades del país. Cada tres meses unos 200 agentes haitianos están listos para salir a las calles a combatir el crimen.
Pero este plan de potenciar la policía no es visto con agrado en lugares que se rigen por su propia «ley desde hace años. Como lo manifestaron algunos residentes de Citie du Soleil.
«Necesitamos que los otros países nos ayuden a desarrollarnos, no que las Naciones Unidas ahora tomen el control de la policía, dijo a la AP sentado en su moto William Baptiste, vocero de la organización barrial Monsa, que tiene una legendaria rencilla con la MINUSTAH.
La opinión de este joven desafiante, que esconde su mirada tras unos lentes de sol y cubre sus trenzas con una bandana azul, fue secundada por un centenar de vecinos que el martes marcharon por las calles de la zona.
«Hay lugares del país que necesitan ser controlados mientras la policía nacional se desarrolla y eso requiere que los soldados se queden aquí un tiempo. Por eso pienso que la MINUSTAH va a permanecer aquí unos dos o tres años más, indicó Valdés.