ONU falla contra muro

ONU falla contra muro

La Organización de las Naciones Unidas (ONU), falló mediante su acápite del Tribunal Penal Internacional (TPI), en La Haya, Holanda, el nueve del presente mes de julio, que la valla o muro que construye el Estado de Israel en Cisjordania, es ilegal.

«La corrupción de la valla y su régimen vinculado, son contrarios a las leyes internacionales», expresó el dictamen del TPI, que empero, no es obligatorio, sino vinculante, pero está cargado de un apelativo humano, moral y de conciencia, que repercute hondo en la conciencia de la humanidad y en 189 de los 191 países que forman el máximo foro mundial, con las excepciones sabidas de Estados Unidos, padrino de las atrocidades del Estado judío contra los palestinos, y el propio Estado de Israel.

El muro, señala el dictamen de carácter histórico, una rotunda condena a la arbitrariedad, la prepotencia y el robo, «fue diseñado de una manera que incluye a un 80% de los colonos israelíes en Cisjordania, en tanto separa a más de 230 mil palestinos de sus áreas circundantes».

La soberbia actitud del Estado Judío en la construcción inconsulta del inramante muro de 700 kilómetros que hurta una cantidad apreciable de tierras del territorio de Cisjordania que junto a la Franja de Gaza es la crisálida del Estado Palestino a fundarse en 2005 conforme a los acuerdos de Oslo de 1993, y es hoy la Autoridad Nacional Palestina (ANP), es un símil de ghetto de Varsovia que el III Reich impuso a los judíos de la capital de Polonia en 1941, durante el apogeo abominable de la Solución Final, el exterminio judío, el soah, dictaminada en la Conferencia de Wansee de ese mismo año, orquestada por la aberrante mente enfermiza de Heirich Himmler.

Rememora el horror de los campos de concentración nazi de Bergen-Belsen, Sobidor, Auschuwitz-Birkenau, Chelmo, Treblinka, que puntearon de infamia la geografía europea de la II Guerra Mundial.

El muro es un argumento sucio, excecrable, para boicotear y/o distanciar formalizar la concordia y la paz en Oriente Próximo, un boicot pérfido a la Hoja de Ruta, cosecha del presidente George Bush jr. de 2002, para ese propósito y fundar en 2005 el Estado Palestino sin lo cual no habrá paz nunca en Palestina, tampoco progreso económico ni en la ANP ni mucho menos en el Estado de Israel.

Tierras por paz, la divisa del Partido Laborista que condujo casi hacia una espléndida realidad el asesinado premier Yitzak Rabin por el extremista judío Yigal Alon, y que torpedea con altas dosis de estupidez el Likud, en el poder, es la única consigna positiva que se vislumbra en la solución del diferenso entre judíos y palestinos para la consecución de la paz en la convulsa área, no erigir un muro para separar a unos y otros, sino ponencias para unirlos y conducir un proceso de rescate de todo lo perdido por el cazurrismo hebreo, torpe, miope, obstinado, miserable, obtuvo, inviable, repudiable.

En vez de respaldar la decisión del TPI que ahora deberá ser conocido por el Consejo de Seguridad, Estados Unidos interpretó la disposición y/o dictamen de manera sinuosa e irresponsable, al pronunciarse en el sentido de que la instancia «no es la de un tribunal apropiado para resolver una disputa en torno al tema, que provocó el enojo de los palestinos…

Pero por acciones como las de defensa de los palestinos a la agresión criminal de los blindados israelíes que ocupan el territorio de la ANP, y que tanto Estados Unidos como Israel tildan de «terrorismo», Washington reacciona en función de condena y anatema, descubriendo el rostro repulsivo de la parcialidad hacia la permanente violación de los derechos de los palestinos y los derechos humanos que Washington se ufana de tremolar ser el paradigma universal, uno de sus tantos embustes para engatusar y hegemonizar.

El dictamen del TPI, aunque sea avalado por el Consejo de Seguridad no prosperará por el padrinazgo miserable de USA, no así en la conciencia universal.

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