ONU lucha por recuperar su reputación

ONU lucha por recuperar su reputación

NACIONES UNIDAS (EFE).- Cuando se cumple un año mañana, jueves, del atentado contra la sede de la ONU en Bagdad, el organismo internacional sigue luchando por recuperar su imagen de neutralidad e independencia política.

   «Debemos encontrar maneras de recuperar ese espacio neutral y asegurarnos de que lo que hagamos en Irak sea visto como algo en favor de los iraquíes, y no como algo en favor de fuerzas externas que tratan de obtener ventajas en el proceso político», dijo el director del Programa para el Desarrollo de la ONU (PNUD), Mark Malloch Brown.

   El secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha reconocido en diversas ocasiones el peligro que corren los empleados de la organización, con la constancia de que la bandera azul de las Naciones Unidas ya no es un símbolo protector.

   La ONU nunca olvidará la mayor de las agresiones perpetradas contra el organismo, ocurrida el 19 de agosto del 2003, cuando un camión bomba cargado con más de 900 kilos de explosivos estalló ante el hotel Canal, de Bagdad, donde tenía establecida su sede.

   En el atentado murieron un total de 22 personas, entre ellas el más alto funcionario de la ONU en el país árabe, el diplomático brasileño Sergio Vieira de Mello, enviado especial de la organización a Irak.

   La tragedia conmocionó al organismo, que retiró a todo su personal internacional de Irak, y desató la polémica sobre la imparcialidad de la ONU y su papel en un país ocupado militarmente.

   Incluso el fallecido Vieira de Mello, curtido en conflictos internacionales como Timor Oriental y Kosovo, manifestó sentirse «extraño» cuando fue nombrado enviado especial en Irak, especialmente porque la invasión militar no obtuvo la bendición del Consejo de Seguridad.

   Según muchos observadores, la ONU es vista por los países musulmanes como un aliado de las potencias ocupantes, EEUU y el Reino Unido, en lugar de una institución mundial que engloba 191 países y que trata de ayudar en el aspecto humanitario y en la normalización democrática.

   A esta percepción se refirió Malloch Brown durante una reciente visita oficial al Líbano, al expresar su convencimiento de que el organismo internacional debe hacer más para ganarse el corazón del mundo árabe y demostrar sus principios de independencia política y neutralidad.

   «Hay un sentimiento de que existe un doble rasero en el Consejo de Seguridad, por el predominio de EEUU y el Reino Unido», reconoció Malloch Brown.

   Tras el atentado del año pasado, existe la impresión de que la ONU no despierta demasiada devoción en Irak, país al que sometió a un duro régimen de sanciones durante los últimos años de Sadam Husein, lo que acabó repercutiendo en la población civil.

   Así lo aseguró, tras el atentado, el ex portavoz de la organización en Irak Ahmed Fawzi, quien reconoció que en el país árabe «todavía existe un resentimiento del pasado».

   Solo un año después, una vez acabada oficialmente la ocupación tras la transferencia de poder a los iraquíes, la ONU decidió regresar al país con una misión de asistencia, encabezada por el diplomático paquistaní Ashraf Yehangir Qazi, que se instaló finalmente la semana pasada.

   La ONU esperaba contar con la protección de una fuerza internacional ajena a las de la ocupación, pero la negativa de muchos países a participar ha obligado a Estados Unidos a aportar sus tropas para proteger al personal del organismo internacional.

   El secretario general adjunto para Comunicaciones e Información Pública, Shashi Tharoor, admitió en una conferencia en el Fórum de Barcelona que «la ONU ha perdido mucha credibilidad debido a los acontecimientos en Irak», por no haber podido prevenir el conflicto.

   El resentimiento contra la ONU no sólo se percibe en Irak, sino en otros países con población musulmana, entre ellos Sudán, en donde a principios de mes se sucedieron las manifestaciones en contra de EEUU y la ONU, por su papel en la crisis en la región oriental de Darfur.

   Con consignas como «Annan, Annan, es una verg~enza» y «Annan, cobarde. No seremos gobernados por los americanos», el tono de las protestas demostraron la antipatía por el papel de la ONU, que aprobó una resolución amenazando al gobierno sudanés con sanciones económicas si no cumplía con sus obligaciones.

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