Los 50 proyectos que constituyen la médula del plan estratégico Santiago 2030, requieren una inversión pública estimada de RD$ 77,087,730,000.00 pesos. Es menos del 10% del monto de impuestos que la provincia del Yaque sufragará al Estado. Santiago comenzó a retribuir más del billón de pesos (millón de millones), que pagará al erario público del 2020 al 2030.
Salir de la pandemia y continuar con la activa creación de empresas, empleos y riquezas que caracteriza a Santiago, impone de forma permanente, alrededor del 10% en inversión de lo que este territorio pagará al Estado en esta década. Es decir Santiago es solidario con otras provincias de la Nación, con 9 de cada 10 pesos de sus impuestos.
Es decir, si planificamos estratégicamente esta década 2020-2030, entonces gestaremos que cada año, la ley presupuesto y gasto público, incluya un monto de inversión para la provincia Santiago de RD$ 7 mil, 708 millones de pesos. El Poder Ejecutivo debiera calcular muy bien lo que va a invertir en Santiago. El Gobierno debiera manejar esta visión de largo aliento.
Basados en cifras aportadas por el Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD), expertos de la comisión económica del plan estratégico Santiago, calcularon que del 2012 al 2019, en promedio, el Estado solo invirtió en Santiago, RD$ 4,760 millones. En el pasado año 2020 se planificó invertir 3,123 millones, pero apenas se gastó 1, 938 millones, apenas 62 por cada 100 pesos que debió invertir. En este 2021 apenas hay planificado invertir 3,532 millones, apenas se han gastado unos 342.7 millones de pesos, un pírrico 9.7%.
Cuando fui consultor sénior del plan estratégico de Santiago (PES), en el año 2000 sabía, que el consenso del liderazgo local asumía la “creación de riquezas” como estrategia. No era “luchar contra la pobreza” como rezaba el abecedario del Estado y la agencias de cooperación. Para la ocasión, estábamos curtidos en esa metodología de “ayudar a las personas a que se ayudaran a sí mismas” por medio de la aplicación de nuevos conocimientos y capacidades. De eso se trata la planificación estratégica territorial.
Para lograr la movilidad social aspirada, la estrategia es promover una ciudad ordenada, con 60 mil empresas y 550 mil empleos formales. Una dinámica que consiga despegar de la pobreza a cientos de miles de excluidos. Son pocos los funcionarios, que así lo entienden. Andan con lupa al mejor estilo del detective británico, Sherlock Holmes, en la identificación de pobres sólo en las “excluidas” provincias sureñas. Nos incumbe concretar proyectos de ciudad y acordar iniciativas regionales como la marca Cibao, puerto de Manzanillo y otros puertos atlánticos, merca territorial Cibao y centro de exportaciones.