Existen varias opciones de tratamiento renal sustitutivo a elegir y estas deben de ser tomadas en cuenta tanto por el médico como por el paciente y sus familiares.

Hemodiálisis. La más conocida y expuesta anteriormente es la forma en que el paciente debe de dirigirse a un centro de salud o unidad de diálisis ambulatoria a recibir la misma y suele realizarse tres veces por semana durante unas tres a cuatro horas. Presenta algunas ventajas psicológicas como compartir un ambiente con otros pacientes, donde socializan y se fraterniza en la esfera de su enfermedad.

Diálisis peritoneal. Se realiza por la barriga, y se utiliza como filtro la membrana peritoneal natural que rodea toda la cavidad abdominal. Para que esta funcione, se introduce a través de un catéter un líquido especial (liquido de diálisis) que se recambia cada cierto tiempo (70 minutos a cuatro horas). Es una técnica sencilla que se realiza en el domicilio, por el mismo paciente o sus familiares. Presenta ventajas con relación a mayor libertad para viajar o trabajar, personas que viven lejos de un centro de hemodiálisis, envejecientes donde el desplazamiento hacia el hospital resulta riesgoso, entre otras.

Trasplante de riñón. Se considera la cura de la enfermedad y es una técnica sustitutiva renal que ofrece ventajas en cuanto a calidad de vida y a supervivencia. Se puede realizar a través de un donante vivo relacionado compatible o por un donante fallecido a través de una lista de espera de trasplante donde la familia del donante autoriza previamente la donación. Durante el tiempo que el paciente se encuentra trasplantado, deberá tomar medicación inmunosupresora, para evitar el rechazo del injerto. Los porcentajes de éxito son bastante altos y es una práctica muy habitual en nuestro país y en el mundo.