Ópera La bohemia y Niní Cáffaro

Ópera La bohemia y Niní Cáffaro

Erasmo Alfonso Cáffaro Durán (Niní) y yo mantenemos desde hace décadas una relación sustentada casi exclusivamente en la música.

Lo digo porque se inició una noche del año 1963, cuando el destacado artista subió hasta la tercera planta del edificio Ocaña, local de Radio Tricolor, donde yo laboraba como locutor, en horario insomne de once de la noche a cuatro de la madrugada.

La razón de su visita fue entregarme un disco de cuarenta y cinco revoluciones, con dos canciones de su repertorio, para que las pusiera a sonar.

Conversamos durante un buen rato sobre amigos comunes, porque hubo entre nosotros inmediata empatía.

En mis programas las canciones de Niní eran escuchadas con frecuencia, debido en parte a las peticiones de oyentes del sexo femenino, sector donde este goza de indiscutida admiración.

Se ha definido a la mente como la loca de la casa, y lo comprobé recientemente al enterarme de que, en su condición de Director del Teatro Nacional, el licenciado Cáffaro dispuso la presentación de la ópera La bohemia, de Giacomo Puccini.

Y fue que de inmediato vislumbré el contraste entre el afable cantante de la juventud permanente, hombre de vida sana, ordenada, y Henri Murger, autor de la novela cuya versión teatral sirvió de tema a Puccini para su afamada obra.

Casi todo lo relacionado con la existencia del escritor y de los personajes de su novela, así como las vidas de seres que en una u otra forma se relacionaron con esa combinación de la literatura y la música, estuvieron marcados por una especie de destino fatal.

Después de una azarosa existencia que transcurrió en el estrecho habitáculo de una buhardilla miserable, en el barrio latino de París, Murger murió de tuberculosis a los treinta y ocho años de edad.

Su novela Escenas de la vida bohemia tiene mucho de autobiográfica, ya que el escenario y los personajes fueron trasladados desde la pobreza extrema de su vivienda a la superficie del papel.

La prostituta protagonista cae también fulminada por el bacilo que acortó la vida de su creador.

Este artístico microcosmos de dolor y tristeza llegó al  Niní jovial través de su sensibilidad de cantor del género popular, aficionado de la música sinfónica.

 Para que tengamos la oportunidad de presenciar en el Teatro Nacional lo que generó la combinación de los talentos inmensos de Murger y Puccini.

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