Cuando en junio 4 del año 2009, el entonces recién juramentado Presidente norteamericano Barack Obama visitó Egipto, pronunció un discurso que entre otras cosas afirmó, y cito: “En plena guerra fría, Estados Unidos tomaron parte en el derrocamiento de un gobierno Iraní democráticamente electo”.

A mi entender, esa simples 17 palabras pronunciadas por la persona más poderosa del mundo, fue el génesis de lo que concluyó hace dos semanas cuando, Irán y las potencias mundiales alcanzaron un acuerdo histórico para limitar el programa nuclear iraní a cambio de un alivio en las sanciones que habían impuesto las Naciones Unidas encabezadas por los Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia, China, Rusia y Alemania.

Obama, aunque no lo mencionó en Egipto, se refería a la operación Ajax, una iniciativa del 1953 orquestada por el Reino Unido y los Estados Unidos para derrocar al gobierno del primer ministro Mohamad Mossadegh y su Gabinete. El golpe de Estado devolvió a Mohammad Reza Pahlavi – el Shad de Irán – la posición dominante en la política iraní.

En realidad, la idea del golpe de Estado fue una iniciativa inglesa. Desde principio del siglo XX, la Anglo-Iranian Oil Company, más tarde llamada British Petroleum Company, había explotado los recursos petrolíferos del pueblo de Irán en una forma muy ventajosa, 100% de los beneficios para los ingleses y nada para los iraníes. Muy diferente a la compañía petrolera Aranco, que había pactado en esa región con los saudís, 50% para Aranco y 50 % para los locales.

A finales de la década de los cuarenta del siglo pasado, existía en Irán una Monarquía Parlamentaria Democrática y había sido elegido Primer Ministro el doctor Mohammed Mossadegh. Inmediatamente electo inició negociaciones para mejorar los contratos petroleros existentes. Al no progresar las negociaciones, las cuales duraron varios años, Mossadegh nacionalizó la industria petrolera de su país. Con esa acción, decretó la acción encubierta de la CIA y el MI6.

Truman había rechazado la propuesta inglesa de un golpe de Estado, pero tan pronto llega al poder Eisenhower, los ingleses con Churchill a la cabeza, retomaron la idea. Eisenhower junto a los hermanos Dulles, John, Secretario de Estado, y Allen Jefe de la CIA, montaron la operación Ajax. Sólo necesitaron apropiar un millón de dólares para derrumbar el gobierno de Irán. Un nieto del Presidente Theodore Roosevelt, Kermit Roosevelt se encargó de implementar la conjura.

El “éxito” de la operación animó y dio paso por décadas a lo se convirtió en una especie de doctrina de política exterior, que consistía en emplear acciones encubiertas para desplazar regímenes que no eran del agrado de la administración de turno en Washington, tal como fueron los casos de Guatemala, Nicaragua, Chile y Congo, sólo para mencionar algunos.

Así las cosas, con el advenimiento en octubre pasado en Irán de un presidente pragmático, consciente del aislamiento de su país frente a la comunidad internacional (Hazán Rouhaní ) surge la esperanza de un diálogo que garantice una paz duradera en la región.

Sin embargo, hay un cabo suelto en este plan, y ese cabo suelto es Israel. A ese país hay que traerlo a la mesa de negociación para que esto tenga una posibilidad de éxito. Bibi Netanyahu no es fácil. Parece ser que la estrategia del plan de negociación de las potencias mundiales es hacerlo en forma escalonada, Siria primero, luego Israel y más tarde los Saudís.

Así pues, el acuerdo anunciado entre las potencias mundiales e Irán, combinada con el anuncio de una conferencia en enero próximo auspiciada por los Estados Unidos con el propósito de terminar la guerra civil en Siria, constituye , un viraje de ciento ochenta grado de la política exterior de los Estados Unidos.

El Presidente Obama se eleva por las nubes como gran estadista, cuando recurre, a los medios diplomáticos para resolver conflictos internacionales. Ya no seremos los policías mundiales. De ahora en adelante, será una acción común de todos. La era del unilateralismo y guerra preventiva, sencillamente terminó.