A PLENO PULMÓN Narración deportiva
El ex presidente Jimmy Carter, entrando por Puerto Plata, ha venido a reforzar la ofensiva del ex presidente Clinton, quien retiene el balón haitiano con la esperanza de dar un pase estratégico a su esposa Hillary en la portería del Departamento de Estado. Los haitianos, habituados a jugar fútbol, patean correctamente la pelota diplomática. Los fanáticos pro-haitianos se oyen en todo el estadio, aclamando los jugadores estruendosamente. El apoyo a la pelota del carey, como se decía antes en Cuba, es un baile que está de moda de Pekín a Camagüey.
En Argelia, y en otros lugares de África, los gobernantes no distinguen entre los negritos del Este y los negritos del Oeste. Primero, porque no saben geografía; ni tampoco historia. Pero también por culpa de la publicidad moderna. Existe una tal harina del negrito, también un amor del negrito y, por último, un negrito del batey. Todo eso ha producido confusión en África y en Europa. El caso es que no damos pie con bola para organizar la diplomacia adecuada: ni con curas extranjeros, ni con funcionarios norteamericanos; ni con obispos dominicanos, ni con políticos del patio. Siempre tenemos la pelota arriba del portero, a punto de que nos metan el gol.
Los entrenadores dominicanos no han insistido suficientemente en los ejercicios de resistencia que se requieren para dar carreras detrás del balón nacional. Los coachs dominicanos, que vigilan la línea fronteriza del terreno, no atienden el juego; prefieren hacer negocios de visas, actas de nacimiento, contrabando, sea de personas, mercancías o narcóticos. Los expertos que llevan los númeritos del equipo dominicano recomiendan no confiar en los ampayas de Francia o del Canadá. Pueden lo mismo cantar penalty que cantar bingo.
Se dice que los sofocados jugadores dominicanos han recurrido a la consulta de un futbolista húngaro retirado. Este sujeto dirigió en su país un equipo que participó en campeonatos mundiales. El húngaro explicó que los equipos deben proceder en coordinación; que la forma de actuar un delantero, no es igual que la de un zaguero. Afirmó que los porteros tienen que ser valientes. Después, escribió una frase sobre un montón de tarjetas y las repartió entre los jugadores: Siempre lo más importante es el manager.