Adiós áreas protegidas
Los sistemas de áreas protegidas han sido creados como parte de una estrategia universal para, entre otras cosas, ser refugio de especies amenazadas o en peligro de extinción. Paradójicamente en el país, no solo las especies sino los propios refugios están amenazados a desaparecer si el motivo para que el Congreso Nacional haya aprobado en segunda lectura el proyecto de ley que recorta no menos de un tercio de los Parques del Este y Jaragua es para aprovechar su utilidad en actividades hoteleras.
Se trata de una lógica equivocada que en los últimos treinta años ha entusiasmado a gobiernos, legisladores y a algunos inversionistas hoteleros bajo la concepción de que el desarrollo turístico es construir capacidades e infraestructuras de apoyo a la hotelería. Y desde esa lógica es claro que, no solo estarán en peligro de extinción el Parque Nacional del Este y el Parque Nacional Jaragua sino todas las áreas protegidas del país. El proceso es el siguiente, primero las áreas protegidas costeras, luego las no costeras.
Y nos preguntamos, porqué las decisiones y maniobras de los políticos, legisladores y esos empresarios hoteleros no se sustenta mejor en desarrollar a la rezagada oferta turística complementaria a partir de la suficiencia de infraestructuras habitacionales, y visualizando que ni el actual desempeño, las proyecciones del mercado turístico, ni los ingresos relativos estimados de una habitación versus el potencial de la oferta complementaria justifican la transformación de las áreas protegidas en habitaciones hoteleras para ofrecer más de lo mismo, es decir el todo incluido.
Entonces si en términos económicos, es decir desde la lógica empresarial, esa decisión no se justifica, cualquier posibilidad de reducir el espacio de las áreas protegidas es una imperdonable insensatez no solo para las presentes sino para las futuras generaciones, sobretodo al tratarse de una de las áreas protegida más preferida y valorada por los turistas como lo es el Parque Nacional del Este. Y desde este punto de vista, parece que quienes promueven estas acciones carecen de información sobre la actual tendencia y preferencia de los turistas que visitan al país, sobretodo los que disponen de ingreso suficiente para involucrarse en actividades complementarias como el eco turismo, el turismo rural y el turismo cultural, etc.
De seguro que desconocen que si el país aprovecha las potencialidades de su oferta complementaria podrían adicionalmente apropiarse, sin tener que construir una sola habitación no menos de US$5.00 de cada US$1.00 generado por cada habitación consignada en el todo incluido.
Y hasta desconocen esos señores que un desarrollo pleno de la oferta turística complementaria de actividades escasamente ofrecidas a los turistas, es decir agro turismo, eco turismo, aventuras, turismo deportivo, y turismo cultural, pueden adicionarle al país más de US$1,800.0 millones anuales, equivalente al 60% de lo que hoy genera la actividad hotelera, siendo esta una alternativa saludable para recuperar el costo de oportunidad de dejar de sembrar más de 60,000 nuevas habitaciones improductivas orientadas a ocupar espacios de áreas protegidas. Por último, no se dan cuenta que al eliminar áreas protegidas atentan contra la competitividad y el sostenimiento de la rentabilidad de la propia actividad turística que dicen promover.