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Día Internacional de la Prevención del Embarazo en Adolescentes: la geografía de la desigualdad

Claudia Saleta Foto

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Por Claudia Saleta
Asesora de Género y Oficial de Derechos Sexuales y Reproductivos
Plan International República Dominicana

Cada 26 de septiembre conmemoramos el Día Internacional de la Prevención del Embarazo en Adolescentes, una fecha que nos invita a reflexionar sobre un fenómeno que afecta directamente los proyectos de vida de miles de niñas y adolescentes en nuestro país.

Hoy podemos decir que la República Dominicana muestra un signo alentador: los números absolutos de embarazos en adolescentes han comenzado a descender. Sin embargo, detrás de esta buena noticia se esconde una realidad menos visible, pero profundamente preocupante. A medida que la medición se adentra en las provincias más apartadas, allí donde la pobreza es más cruda y la desigualdad más marcada, las cifras de embarazo adolescente siguen siendo dramáticamente altas.

Los datos lo confirman. En una infografía de la Oficina Nacional de Estadística (ONE) de 2024 se habla de una tasa de embarazo en adolescentes de 18.08%. Mientras en provincias como Elías Piña 24.11%, Monte Cristi 24.04%, Pedernales 22.48% o Barahona 21.19% presentan tasas muy por encima del promedio nacional. Es decir, el lugar donde nace una niña o adolescente marca de manera desproporcionada sus posibilidades de evitar un embarazo temprano. Es un tema que se relaciona proporcionalmente con el contexto, con las condiciones de pobreza y las barreras desiguales a los servicios sociales.

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La educación lineal vs. la realidad cotidiana

Con frecuencia se concibe la educación como un camino lineal: terminar la primaria, seguir al liceo, entrar a la universidad y ejercer una profesión. Pero esta visión ignora las realidades de muchas adolescentes que viven en contextos de gran desigualdad y abandono estatal.

“Para yo ir al liceo, tengo que tener mucha voluntad, porque no queda en mi mismo municipio; tengo que caminar bastante, pasar puentes y si hay lluvia, hasta tengo que cruzar el río”, cuenta una adolescente de una comunidad rural. Otro testimonio, desde Sabaneta (San Juan), revela las barreras económicas: “¿Cómo yo voy a pensar que puedo ser lo que quiera ser, si para inscribirme en la universidad tengo que pagar 600 pesos de guagua, carrito y motor pa’ llegar a San Juan? Y si no tengo dinero pa’ eso, pues me tengo que emplear en una casa de familia a mal pasar, porque ahí le hacen de todo a una”.

Incluso en lo cotidiano, las adolescentes enfrentan un vacío de oportunidades recreativas y de desarrollo personal: “¿En qué uno se pasa el día, si lo único que hay por aquí para hacer es cuidar a los hermanos y dormir? No me dejan ir a jugar fuera porque es peligroso, aquí no hay cine, teatro ni na’ de eso…”, cuenta otra joven en La Gallera, Elías Piña. Estas voces humanizan la brecha entre la visión ideal de la educación y la dura experiencia de crecer en la pobreza rural.

Impacto de la desigualdad en el embarazo adolescente

Estos testimonios ilustran cómo la desigualdad estructural impacta directamente en la educación de las niñas –y uno de sus efectos más graves es el elevado índice de embarazo adolescente en estas zonas. En República Dominicana, el embarazo temprano es la principal causa de deserción escolar en mujeres. Más de la mitad (52.2%) de las adolescentes de 15 a 19 años que ya son madres no asisten a la escuela, comparado con solo un 9.9% entre quienes no han tenido hijos. (IDEICE 2024)

El embarazo adolescente no es un “problema de las adolescentes”, sino un síntoma de un país desigual. No basta con celebrar la disminución global del fenómeno; necesitamos mirar con lupa los territorios donde la reducción no llega, donde la vida de una niña está marcada por la exclusión social y la pobreza.

Herramientas para prevenir y diseñar proyectos de vida

La Política de Prevención del Embarazo en Adolescentes (PPA) ha dado pasos valiosos al reconocer la relación entre pobreza y embarazo adolescente. Pero aún falta que estas políticas se traduzcan en cambios concretos en las aulas rurales: formación docente especializada, educación para la prevención de embarazos en adolescentes, y servicios de salud amigables y continuos en todo el territorio.

Prevenir embarazos no deseados es solo un lado de la moneda; el otro es llenar el vacío con sueños, metas y planes concretos. Para lograrlo, se necesitan:

  • Orientación vocacional y mentoría personalizada , que abra horizontes más allá de las fronteras locales.
  • Apoyo económico y becas , que permitan cubrir transporte y matrícula.
  • Espacios juveniles seguros , que ofrezcan cultura, deporte y recreación.
  • Fortalecimiento de la autoestima y la agencia personal , para que las adolescentes se reconozcan como protagonistas de sus vidas.
  • Responsabilidad del Estado , cerrando brechas estructurales con escuelas accesibles, transporte seguro, servicios de cuidado infantil y oportunidades reales para todas.

Hacia un futuro con opciones

Las historias de Sabaneta, La Gallera y tantas otras comunidades donde se respira olvido nos obligan a replantear la noción de educación como un camino sencillo. Prevenir el embarazo adolescente y facilitar proyectos de vida dignos requiere atacar las raíces de la desigualdad: proveer herramientas educativas, sanitarias y sociales, y eliminar los obstáculos materiales que muchas veces quedan olvidados

Cada adolescente que logra postergar la maternidad hasta sentirse lista, culmina sus estudios y regresa a su comunidad como profesional o líder, es un triunfo colectivo. El verdadero progreso se medirá en esas historias de niñas que, contra todo pronóstico, lograron ser lo que soñaban ser.

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