Envuelto en la sangre y la ceniza de Gaza o los destrozos y las muertes de Ucrania y Rusia, el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, dijo esta semana que el gasto militar a nivel mundial se disparó en 2024 a 2.7 billones de dólares.

Esa suma es -según organismos internacionales- el equivalente al Producto Interno Bruto (PIB) de África. Guterres, quien habló ante la Asamblea General de la ONU, advirtió que estos gastos, en vez de acercar la paz, desatan las carreras armamentistas, y sus frutos los cosechamos en conflictos y matanzas como la que realiza Israel en la Franja de Gaza donde -desde 7 de octubre de 2023- el gobierno israelí ha matado cerca de 65 mil personas, incluyendo miles de niños.

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Otra acción bélica que arde actualmente es la guerra en Ucrania, claro con el rol muy activo de la OTAN.

Gastar en ejércitos, pólvora y misiles para matar, puede también, y lo señaló el secretario de la ONU, provocar una reducción en los fondos destinados a enfrentar la pobreza, el hambre, mejorar la salud, la educación y el medio ambiente.

Estos últimos temas son las columnas de los llamados “objetivos de desarrollo sostenible” (17) que, en 2015, 193 países de la ONU se propusieron lograr para el 2030. Pero al ritmo que vamos, el Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo dice que para el 2035 el gasto militar podría subir a 6.6 billones de dólares. Dinero que engrosaría los bolsillos de las empresas de las armas y señores de las guerras, al precio de mucha sangre y destrucción.