Media naranja
Abusan de estimulantes sexuales
ÁNGELA PEÑA
Los nuevos descubrimientos científicos tienen al ser humano muy feliz. La mujer es fea y vieja sólo si quiere.
Ya la hermosura y la eterna juventud se han trasladado a sectores empobrecidos a precio módico y muchos magos de la belleza ofrecen sus servicios a plazo, con mínimo inicial. Nadie detiene esa avalancha de cuerpos esculturales, narices galanas y rostros tiernos, a pesar de los fracasos resonantes.
Las graciositas y bien formadas dejaron de ser exclusividad de la farándula y de la alta sociedad. En el barrio más pobre aparece fácilmente una beldad que detiene el tránsito.
Igual de satisfechos están los hombres. Ahora los mayores pueden ser más potentes que cualquier chamaquito, y aparentan su vejez los que no desean rellenarse las arrugar o estirarse el pellejo.
El tinte para el cabello es una costumbre y la disfunción eréctil pasó a la historia. Van a las farmacias y con el mayor desenfado piden una pelita como si se tratara de una aspirina.
Pero el priapismo está afectando a muchos aunque sólo ha trascendido el caso de aquel haitiano hospitalizado en Santiago al que iba a ver la gente como atractivo turístico.
Dicen que, sin necesidad, un número considerable de jóvenes consumen estos estimulantes sexuales y algunos están quedando como el pichoncito, aunque felizmente, no han muerto.
Entonces, la erección no es ventajosa ni deseada. Duele y cuesta mucho trabajo lograr que el miembro viril vuelva a su posición colgante, a su flacidez normal.
Según informes de médicos, a las emergencias llegan pacientes con gritos lastimeros, cubiertos con sábanas, desesperados, porque no siempre es tan sencillo desbaratar en horas una tiendecita de campaña.
Desde luego, aclaran, no todas las prolongadas erecciones son causadas por el uso desmedido del producto elevador.
No se debe abusar ni mucho menos utilizar estos medicamentos para acabar con la pareja o potenciar una condición que está perfecta.
Cuando sienten lo angustiante que es querer orinar sin poder, el sufrimiento por el intenso dolor que a veces persiste hasta por semanas, la erección, más que gozo es un tormento que no inspira compasión en el entorno, tratándose de una enfermedad, sino que provoca burlas, risa, morbo, curiosidad.
Tal vez se trate de una lección de la vida que en vez del órgano copulador masculino busca parar tan peligroso exceso.