Omar debe señalar la mitad del subsidio que propone quitar a los vulnerables

Nelson Marte
Recortar la inversión social haría al país más frágil ante los choques sociales y económicos.
Sorprendió el artículo publicado la pasada semana por el senador de la llamada Fuerza del Pueblo, Omar Fernández, en el que propone que el Gobierno reduzca a la mitad el subsidio social destinado a familias dominicanas en condiciones de vulnerabilidad.
Sorpresa, porque sus argumentos —provenientes de quien fue elegido para representar y defender a todos los electores del Distrito Nacional— se alinean con la retórica salvaje del economicismo neoliberal que ve la protección social como un gasto, y no como el cimiento del desarrollo inclusivo.
El joven senador aborda la política social desde una óptica meramente fiscal, haciendo pobre reduccionismo de un sistema complejo concebido no sólo para asistir, sino también para proteger, producir y prevenir.
Repasando datos del Sistema de Subsidios Sociales del Estado Dominicano es fácil advertir cómo el joven senador asume en su artículo una postura que perjudica a los pobres estructurales.
Fernández cita el Boletín de Pobreza Monetaria 2024 del MEPyD, que reporta 707,714 hogares en pobreza monetaria, y contrasta esa cifra con el 1 millón 300,000 hogares beneficiarios del programa Supérate.
Esa diferencia, que él califica como “distorsión”, la presenta como argumento para proponer que la ayuda social sea reducida a la mitad. Y aunque asegura que ese recorte liberaría 13 mil 400 millones de pesos al Estado, despojando de ellos a los más pobres, no señala a cuáles familias les quitaría ese sustento.
En realidad, lo que Omar llama “distorsión” es un ajuste social consciente, producto del trabajo técnico del Sistema Único de Beneficiarios (SIUBEN), que emplea una medición más amplia: el Índice de Calidad de Vida (ICV). Este modelo permite identificar no sólo a los hogares en pobreza monetaria, sino también a aquellos en vulnerabilidad estructural, es decir, personas que, aunque hayan superado temporalmente la línea de pobreza, enfrentan rezagos educativos, laborales o habitacionales que amenazan su estabilidad y demandan apoyo sostenido.
Esta política no surge de la improvisación. Responde a una visión social moderna y a un compromiso de Estado con la inclusión, asumido por el Gobierno del presidente Luis Abinader y el PRM, en consonancia con las recomendaciones de organismos multilaterales.
El World Development Report 2024 del Banco Mundial, por ejemplo, plantea que los países de ingreso medio deben apostar por Estados coordinadores, políticas integradas y una inversión social inteligente, priorizando programas con impacto probado en equidad y productividad.
La CEPAL (2025) y la OIT (2022) coinciden en que reducir los programas sociales sería un retroceso, no un avance, pues la inversión social es esencial para la productividad, la dignidad y la cohesión social.
Resultados de una mejor focalización
Y los resultados dominicanos lo confirman: según la CEPAL (2025), la pobreza nacional cayó del 50 % en 2004 al 18.2 % en 2023, y la pobreza extrema al 4.9 %. Estos logros no se deben a recortes, sino a la expansión y fortalecimiento de los programas sociales, a la mejor focalización y a su vínculo con la inclusión económica y la empleabilidad.
Por eso, recortar la inversión a la protección social, como propone el senador Fernández, no haría al Estado más eficiente; lo haría más frágil ante los choques sociales y económicos.
La República Dominicana avanza hacia un sistema de protección social articulado, basado en evidencia y orientado a resultados, que busca romper el ciclo de la pobreza mediante la inclusión económica, el empleo digno y la resiliencia familiar.
En este contexto, la discusión no debería centrarse en si mantener o eliminar la protección social, sino en cómo fortalecerla para que cada familia tenga las oportunidades que necesita para prosperar.
Esa es la verdadera eficiencia del gasto público: la que genera desarrollo humano sostenible.
La protección social no es un privilegio ni una carga fiscal; es la base de la dignidad y del desarrollo sostenible de cada familia dominicana.
Por su juventud, muchos esperaban que Omar Fernández se identificara con las aspiraciones de progreso social de nuestro pueblo. Qué pena da verlo ahora proponiendo recortar la ayuda a los más vulnerables, en lugar de cuestionar las exenciones que disfrutan quienes no las necesitan para sobrevivir, sino para enriquecerse.
Su posición recuerda a un personaje de los versos de Silvio Rodríguez, cuando canta que la masa sin cantero sería
“un servidor del pasado en copa nueva”
o “un eternizador de dioses del ocaso.”

Omar debe señalar la mitad del subsidio que propone quitar a los vulnerables