Oportuna reafirmación del Presidente

Oportuna reafirmación del Presidente

Desde la evacuación de la sentencia l68-13, del Tribunal Constitucional, destacadas personalidades del ámbito del Derecho, del periodismo, las ciencias sociales e historiadores, han tomado partido; unos a favor y otros en contra, lo cual ha hecho de la decisión judicial un instrumento controversial en cuanto a los fines que persigue.

Según sus favorecedores, la ley servirá de base para un reordenamiento de los extranjeros en el país. Contrario a esto, aquellos que la adversan entienden que el dictamen está concebido contra los nacionales haitianos que se encuentran en este país y entienden que dicho instrumento jurídico entra en conflicto con los derechos humanos y otras cuestiones de orden legal y social ya establecidas.

Para caldear más los ánimos de unos y otros intervinientes en el debate, que se ha caracterizado en gran parte por la acritud entre algunos intervinientes, ha profundizado más la ácida controversia, la toma de posición de algunos países caribeños y la ágil movilización de la diplomacia haitiana ante organismos internacionales cuya misión es tratar los asuntos de violaciones a los derechos humanos, cuestiones de racismo y otros pecados sociales que en estos tiempos son tomados muy en cuenta.

El escarceo internacional ha sido tan exagerado que, sin siquiera decir como en los tiempos coloniales ¡“agua va”¡ -cuando desde el interior de una vivienda se lanzaba a la calle las inmundicias que se acumulaba por la noche, para advertir al caminante que podía ser bañado con el contenido de las bacinillas- la República Dominicana ha sido acusada con evocaciones propias del nacional-socialismo alemán de los años treinta.

En todas esta campaña negativa para nuestro país, faltó la información veraz y oportuna que despejara toda aquella alharaca que fue tomando cuerpo hasta hacer pensar que la nación dominicana no tenía albedrío propio para decisiones soberanas como lo había sido la sentencia que había desatado aquel vendaval de acusaciones y aspavientos desmedidos

Esa esperada voz del Estado dominicano al fin se escuchó en boca de su principal representante: el presidente de la República Danilo Medina, y en el mejor escenario: La convención del CELAC, en La Habana, hace apenas pocos días.

Sus palabras fueron claras y despejaron las dudas e incertidumbres en cuanto al albedrío de la soberanía jurídica nacional que se había alojado en el sentimiento de un vasto sector de dominicanos ante el giro que había tomado la evacuación de la sentencia del Tribunal Constitucional.

Después de sus determinantes expresiones sobre el derecho soberano que le asiste a la nación dominicana es de esperarse que baje el nivel escandaloso del debate y se deje, como dijo el Presidente, la oportunidad para que los dominicanos y haitianos se entiendan en las negociaciones que se han programado para buscar avenencia en los problemas comunes que está tratando el grupo de trabajo formado para esos fines y pasemos una nueva página de nuestras ancestrales malquerencias.

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