Oportunismo

Oportunismo

Se ha calificado de triunfo del conservadurismo la inclusión y aprobación del debatido texto del artículo 30 en el proyecto de Constitución. ¿Quién sostiene en el país una línea de pensamiento que pueda calificarse de conservadora? Todos los seres humanos son reacios a los cambios. La gente tiende a acomodarse a las situaciones de las que dimana satisfacción o placidez. Aún las personas incapaces de alcanzar bienestar se acogen con tranquilidad a un esquema social si éste les ofrece seguridad y esperanzas. Tales estados de ánimo no hablan de conservadurismo. Apuntan a una inclinación del ser humano hacia la inercia.

El conservadurismo implica ideas. Todo un conjunto de planteamientos de vida que se explican en la visión de las personas respecto de su entorno. No es el caso del artículo 30. Para comenzar, un conservador no admite con tranquila displicencia aceptar un llamado a una “reforma constitucional” que se vuelve diseño de nueva ley básica de la República. El conservadurismo no entraña plegamiento o sumisión a querellas sociales que atenten contra principios de cribación secular.

En cuanto al dichoso artículo 30 el conservador puede decirse: “tal cual está redactado, el artículo enuncia un derecho. El derecho a la vida, sin duda inalienable”. La ley adjetiva en cambio, puede establecer lo que no es asunto constitucional. Esta ley adjetiva puede contener las modernas concepciones terapéuticas de que viene hablándose. Pero eso será tópico de la ley que no discrepará del principio enunciado sino que planteará los asuntos de excepción.

El que un tema determinado, cuya concepción entronca con vetustas y acendradas experiencias sociales pueda juzgarse de esencia conservadora, no lo torna desechable. De hecho, buena parte de la más rancia sabiduría humana de origen popular es antiquísima, y no debe rechazarse sin previo análisis. “A quien madruga Dios lo ayuda”, dice el conocido adagio. El madrugar supone un esfuerzo que suma horas a las actividades humanas. Este aserto es incontrovertible, pese a que sobre él anidan siglos. Y lo dicho de tal proverbio vale para todos los demás. Y para su contrario. “No por mucho madrugar se amanece más temprano”.

Porque en una y otra de ambas expresiones hemos de encontrar estilos de vida. Como hemos de hallar modos de ser, expresiones conductuales, concepciones de cuanto nos rodea, en la acumulación de sabiduría de los seres humanos. Cuando características de vida conforman un pensamiento individual o colectivo, creamos las etiquetas. Entonces podemos hablar de adoradores de Dios y ateos, conservadores y liberales, de comunistas y anticomunistas, de creyentes y agnósticos.

También puede hablarse de oportunistas. Pero estos son una clasificación distinta.

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