Oportuno

<p>Oportuno</p>

El decreto que prohíbe la venta no autorizada de fuegos artificiales es una medida oportuna y necesaria, que debe ser aplicada al pie de la letra.

Su vigencia deberá servir para poner reglas firmes en materia de fabricación, comercialización y uso de los denominados fuegos artificiales, artefactos a los que, por los efectos y daños que provocan, no les queda nada bien el calificativo de «artificiales».

Aquí ha habido mucho desparpajo en el manejo de esta cuestión, que aún siendo estacional, ha provocado daños duraderos, enormes perjuicios.

Aunque es materia de control militar la producción, venta y uso de pólvora y otras sustancias explosivas, hemos visto cómo cualquier hijo de vecino instala una fábrica de fuegos «artificiales».

La producción clandestina de estos artefactos sin apego a los requerimientos de seguridad en la materia, ha provocado tragedias lamentables que han enlutado familias dominicanas.

El Gobierno ha hecho bien al disponer que una comisión trabaje en la elaboración de un proyecto de ley para regular la producción, importación, venta y uso de fuegos artificiales.

Es un paso de avance que se requiera una autorización expresa para la venta de estos artefactos y que sean empresas o personas especializadas las que estén facultadas para manejarlos y detonarlos en espectáculos para el público, como debe ser.

Esta disposición, oportuna y necesaria, tiene que ser cumplida por encima de las influencias que siempre han protegido el negocio de los fuegos artificiales aún en perjuicio de la salud de mucha gente.

Por cierto…
En nuestro país son frecuentes los incendios que tienen  su origen en cortocircuitos, manejo inadecuado de combustibles o imprudencias en el hogar.

Sea por las causas que fuere, los incendios generalmente lesionan a personas que en los casos más graves requieren atención especializada.

Aunque en los hospitales suele haber medios para la atención primaria de quemaduras, los casos más graves siempre tienen que ser referidos a la única unidad especializada que hay en el país y que opera en el Hospital Luis Eduardo Aybar.

En ocasiones esta unidad ha atravesado precariedades que han limitado su capacidad de respuesta.

Creemos que se le debe mantener en óptimas condiciones, en plena capacidad de atender los casos que les son referidos.

Es más, consideramos que sería prudente establecer unidades similares en otras regiones del país, con capacidad adecuada a la demanda de servicio.

Hay que aligerar las presiones a que son sometidos determinados centros y unidades especializadas, como son los casos del traumatológico Darío Contreras y la Unidad de Quemados del Luis Eduardo Aybar.

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