¡Vale! que con la nave del Estado se ha abusado con episodios inconexos sin el olímpico sentido de las carreras de relevo; competencias en las que los equipos superan en importancia a las individualidades. En la realidad dominicana mucho ha ocurrido lo contrario: ministro nuevo, cartilla nueva con barrida de lo que ya estaba en pie aunque estuviera funcionado satisfactoriamente. Yendo a otro extremo, el cambio cuatrienal ha expuesto al país, una y otra vez, a descartar lo precedente con erosiones a la institucionalidad. El borrón y cuenta nueva ha incluido hasta cambiar de nombre a órganos y programas sin llegar a la profundidad. Siempre ha existido el riesgo de que en lo esencial las cosas sigan iguales aunque el bailador cambie de pareja. Sin embargo, a un Presidente que, singular y ejemplarmente, renunció al continuismo de más de una reelección se le tiene que suponer el interés de cerrar su paso por el poder con el broche de oro de reforzar su segundo período con gestiones de bríos inusitados y en prevención a las negativas consecuencias que puedan derivarse de prolongadas permanencias en los altos cargos; que ese riesgo existe también en las viñas del Señor. En política y en ejercicios de poder las sacudidas periódicas con la introducción de sangre nueva son útiles para renovar objetivos. La democracia debe ser cuidada de generar extrema dependencia de personas y personalidades. Solo las instituciones son imprescindibles. Algunos mecanismos de poder en otras latitudes basan su eficiencia en la versatilidad de que el gobernante puede sobre la marcha imprimir modificaciones a su gabinete, incluyendo ponen fuera a todos los ministros pues no llegan a tales investiduras por mandatos del electorado. Son, por definición, revocables en cualquier momento. En los hechos, cuando en el devenir de un país ocurren confrontaciones con mayorías ciudadanas como en el 2024 en que el proyecto de reforma fiscal fue enfrentado generalizadamente por liderazgos políticos y de opinión pública, a los colaboradores del primer mandatario directamente relacionado con la pieza les correspondía ofrecer sus renuncias. ¡Sopla! que el desaguisado se debió mucho a ellos.
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