Celebradas las elecciones municipales del pasado 18 de febrero cuyos resultados fueron previstos por las distintas firmas encuestadoras nacionales e internacionales, la oposición representada por los partidos de la Liberación Dominicana, Revolucionario Dominicano y Fuerza del Pueblo, en lugar de analizar sus fallas y debilidades, con miras a corregirlas, se dedicaron a justificar su apabullante derrota con alegatos de tan débiles fundamentos sin atreverse a presentar, ante las instancias correspondientes, ninguna impugnación a los resultados de las mismas.

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Ahora vuelven a la carga cañoneando a la Junta Central Electoral llegando al extremo de pedir públicamente la destitución de su encargado de seguridad, en vano intento de crear una atmósfera de desconfianza que, como indiqué, solo sirve para desacreditar un sistema que, con sus fallas e imperfecciones es lo que tenemos y debemos preservar, sobre todo quienes lo han usado durante 20 años para servirse con la cuchara grande en su desmedido afán de enriquecimiento a costa de los recursos del Estado que es lo mismo que decir, del pueblo.

La pretendida alianza entre los peledeistas verdes y morados no ha impedido la medición de fuerzas entre ellos, alejándose, cada vez más, de obtener un desempeño menos vergonzoso que el de los comicios municipales del pasado 18 de febrero.