La OPS dijo que está especialmente preocupada en la situación de los migrantes. Foto: Fuente externa.
Miami. — En el continente americano se han registrado más de 3,8 millones de contagios y casi 204.000 muertes por el nuevo coronavirus. Estados Unidos representa el 54% de todos los casos y Brasil el 23%, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“La pandemia aún se está acelerando en la región”, expresó Carissa Etienne, directora de la OPS en conferencia virtual. “No vemos que el contagio esté disminuyendo”. De acuerdo con la OPS, Latinoamérica sigue en la primera ola de la pandemia y junio y julio serán críticos.
Éstos meses corresponden al invierno del Cono Sur, donde generalmente se reportan numerosos casos de gripe que podrían dificultar la detección del COVID-19. Por eso la organización ha pedido a los países aumentar la vigilancia.
“Hoy todavía estamos en lo que es el epicentro de esta pandemia y definitivamente las medidas deben continuar”, dijo Marcos Espinal, director del departamento de Enfermedades Transmisibles de la OPS.
La OPS dijo que está especialmente preocupada en la situación de los migrantes en zonas fronterizas, sobre todo en la región limítrofe de Haití y República Dominicana, en la frontera de Costa Rica y Nicaragua y en la región del Amazonas donde limitan Brasil, Venezuela y Colombia; y en la frontera de Perú, Brasil y Colombia.
De acuerdo con la organización, se trata de áreas de poblaciones vulnerables que incluyen a grupos indígenas y migrantes, personas que frecuentemente se movilizan en busca de trabajo y oportunidades.
En esas regiones, las poblaciones carecen de una fuerte infraestructura sanitaria y de servicios, y el acceso a los hospitales es limitado. Más temprano, el gobierno de Ecuador amplió por 60 días el estado de excepción para controlar la creciente propagación del virus.
Un decreto firmado por el presidente Lenín Moreno establece que con esta decisión se busca “el control de la enfermedad a través de medidas excepcionales necesarias para mitigar el contagio masivo y, por otro, establecer mecanismos emergentes que permitan enfrentar la recesión económica”.
La orden presidencial dispuso que siguen suspendidos los derechos a la libertad de asociación, reunión y tránsito para mantener el aislamiento. Añadió que para reactivar la economía se retomarán gradualmente las actividades laborales y productivas pero cumpliendo con los debidos protocolos de bioseguridad.
El Ministerio de Salud informó que hasta ahora se han registrado 3.970 fallecidos a causa del COVID-19 y 45.943 contagiados. Chile sumó más de 31.000 contagiados no considerandos en sus informes diarios, haciendo saltar la cifra total de infectados de unos 185.000 a más de 215.000 en momentos que médicos y expertos piden que se implante una cuarentena en Santiago y sus alrededores, que concentran la mayoría de los enfermos que presionan el sistema hospitalario.
Rafael Araos, jefe de Epidemiología del Ministerio de Salud, explicó que la diferencia en el conteo de los 31.412 contagiados se produjo porque pacientes que se hicieron el examen diagnóstico de coronavirus no fueron notificados o porque los médicos que los atendieron no informaron a tiempo al Ministerio de Salud para cambiar los casos de sospechosos a confirmados. “La ciudad y su sistema hospitalario no aguantan otro mes con estos niveles de contagios y el país no puede resignarse a la alta mortalidad que traen apareados….
El gran Santiago debe entrar en hibernación, sí, como una ciudad dormida”, señaló Espacio Público, un respetado centro de investigación privado. Agregó que además de mayores subsidios para los más necesitados, se debe ampliar el toque de queda -que rige desde 22.00 a las 05.00- y restringir al máximo el acceso al transporte público y los permisos para circular en la capital chilena, donde viven ocho de los 18 millones de habitantes del país.
Chile agregó 5.013 nuevos contagios la última jornada y sólo 21 fallecidos, aunque se advirtió que la cifra responde a que el Registro Civil, donde se inscriben los muertos, no funciona los fines de semana. En Argentina, donde hay más de 31.000 infectados y 862 fallecidos, la preocupación de las autoridades está en el aumento de los contagios en la Ciudad de Buenos Aires y los municipios cercanos situados en la provincia homónima.
El alcalde de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, señaló que en esa zona metropolitana “en los últimos 12 a 15 días aumentó casi 22% la circulación” del nuevo coronavirus y añadió que por esa razón van a ser “mucho más estrictos con el control y garantizar que el transporte público sea sólo para aquellos que trabajan en los sectores esenciales”.
En el caso de la capital, el funcionario señaló que se profundizará la estrategia de detectar enfermos en los distintos barrios yendo casa por casa. “Si la situación se complica, volveremos para atrás, y si la situación se estabiliza, podremos seguir adelante con actividades que tenemos y sumando otras”, sostuvo. En tanto, en la norteña provincia del Chaco, limítrofe con Paraguay y otro de los focos de contagio en Argentina, las autoridades dispusieron el cierre de las fronteras y el cese de todas las actividades, incluida la venta de combustible, en cuatro localidades.
Por su parte, la ministra del Interior de Colombia, Alicia Arango, anunció que ya están listos los protocolos de bioseguridad e higiene en 569 de los 1.088 municipios en todo el país que no están afectados por el coronavirus para que reabran gradualmente restaurantes e iglesias, pero con un distanciamiento de dos metros, tapabocas obligatorio y una asistencia de un 35% de la capacidad.
Esta reactivación paulatina se haría antes de 1 de julio -cuando está previsto que finalice la cuarentena obligatoria- y favorecería a más de un millón de colombianos. Hasta ahora en Colombia se han registrado 53.063 contagiados y 1.726 fallecidos. Más tarde, en su informe “Panorama de la Salud: LAC 2020”, el Banco Mundial destacó que los países de Latinoamérica y el Caribe necesitan gastar más y mejor en salud para enfrentar de manera efectiva una emergencia de salud pública como la del COVID-19.
El gasto en salud de la región fue de unos 1.000 dólares por persona en 2017, equivalente a un cuarto de lo que gastaron países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE). Además, indica el informe, la capacidad de los sistemas de la región “es considerablemente menor”, incluyendo su capacidad para ofrecer servicios de calidad a los grupos más vulnerables.
El informe conjunto de la OCDE y el BM, el primero dedicado por completo a Latinoamérica y El Caribe, sostiene que es necesaria una “seria reflexión no sólo sobre cómo asegurar más fondos sino también sobre cómo gastar mejor los recursos de salud”.
En la región, el gasto total en salud fue de un 6,6% del PBI en 2017, por debajo del 8,8% en los países de la OCDE. En Venezuela, por ejemplo, fue del 1,1%, mientras que en Cuba fue del 11,7% y en Uruguay del 9,2%. En América Latina se han registrado más de 1,7 millón de contagios y más de 81.400 muertos.
El coronavirus ha infectado a más de siete millones de personas y causado la muerte a casi 438.400 en todo el mundo, según el Centro de Ciencias e Ingeniería de Sistemas de la Universidad Johns Hopkins, que basa sus datos en los informes de los gobiernos y las autoridades de salud de cada país.