Optimismo y brechas

Optimismo y brechas

El Presidente Leonel Fernández se ha referido con entusiasmo y optimismo al desempeño que tendrá la economía del país en el 2008.

Ha pronosticado que continuarán crecimiento y estabilidad, bajará la tasa de interés y se crearán cincuenta mil nuevos empleos, adicionales a cuatrocientos mil  creados desde que asumió el mando en el 2004.

Toda la bonanza que prevé se logrará a pesar de los altos precios petroleros y las pérdidas y daños materiales provocados por las tormentas Noel y Olga, que tendrán notable influencia en el Producto Interno Bruto (PIB).

Uno de los factores que nos contagia parte de ese optimismo es la capacidad demostrada por la administración Fernández para impulsar y estabilizar la economía. Ese fue uno de sus grandes éxitos en el primer período de mandato, y lo ha sido en el actual.

 II

 Pero el modelo de crecimiento económico que ha llevado el país deja mucho que desear en cuanto a su influencia en la calidad de vida de la gente.

El propio Gobierno ha admitido que el crecimiento de la economía ha influido poco en el índice de pobreza, lo que indica que la bonanza no cala hacia la base de la pirámide social.

Esto indica que la inversión social que hace el Estado, o es insuficiente o ha sido  canalizada a través de un modelo poco eficaz y excluyente, que preserva la amplitud y profundidad de la brecha social.

Organismos internacionales y locales, en análisis diversos sobre el comportamiento de la economía, frecuentemente ponen de relieve el hecho de que la pobreza crece a pesar de que la economía también lo hace.

Una posible causa de este paralelismo es que el crecimiento de la economía esté basado en un modelo que penaliza de manera significativa a los pobres y limita su acceso a bienes y servicios.

III

Por eso, aunque el Presidente tenga la certeza de que la economía seguirá creciendo y se mantendrá estable, y aunque sus éxitos en esta materia avalen en alguna medida su pronóstico y contagien entusiasmo, sería interesante escuchar que habría cambios en la forma en que esta bonanza se proyectará esta vez hacia la base de la pirámide social.

La brecha de exclusión sigue siendo amplia y profunda, a pesar de la bonanza económica. Es una condición indeseable que un Estado proyecte, al mismo tiempo, crecimiento sostenido de la economía y aumento de la pobreza, de la exclusión.

Sin duda, hay que hacer redoblar esfuerzos para que haya un comportamiento más “socializado” del crecimiento de la economía macro, para que sus efectos se dejen sentir en la economía micro.

 Parte de esos esfuerzos deberían servir para orientar los patrones de crecimiento de manera que se logre menos a costa de los pobres.

El Presidente nos contagia su entusiasmo al hacer estos pronósticos y tiene buena base para pensar que las cosas marcharán bien en el 2008, entre otras cosas porque su experiencia en  materia económica ha sido exitosa.

Ahora falta canalizar ese éxito en administración de la economía hacia las capas más necesitadas y excluidas.

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