Aunque en la agenda nacional hay aún una serie de temas pendientes de debates y soluciones, en lo que respecta a la situación y perspectivas de la economía ha comenzado a manifestarse un contagioso ambiente de optimismo en cuanto a las expectativas y avances cifrados hacia este año.
La corriente de entusiasmo incluye empresarios, comerciantes y sectores clave para el desarrollo económico como el turismo, y revela una clara voluntad de aunar esfuerzos sin dejarse influir por visiones pesimistas que solo conducen a la frustración y en las que el talento creativo está del todo ausente.
Por ejemplo, el inicio del 2017 como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo llega en un buen momento para la República Dominicana, donde crece el número de visitantes extranjeros, se instalan nuevos hoteles y se relanza el polo de Puerto Plata con la llegada regular de cruceros, todo esto como parte de una estrategia concertada para dar seguimiento a la Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), aprobados por ONU en 2015.
Es una realidad debidamente reconocida y con datos sustentados que el turismo es una de las fuerzas motrices del crecimiento económico mundial porque, según mediciones y estadísticas, proporciona en todo el mundo 1 de cada 11 puestos de trabajo, además de ser una fuerza motriz en diversas áreas de las finanzas y la economía.
El optimismo y los buenos vaticinios son particularmente significativo tras disiparse los temores de que el nuevo año pudiera empezar con cierto nivel de decaimiento por la secuela de los daños materiales en sectores productivos provocados por el prolongado período de lluvias e inundaciones que afectaron áreas productivas.
Este impacto se vio reducido en la medida en que, sin pérdida de tiempo, el Gobierno anunció la inyección de multimillonarios recursos para revertir la situación y sentar las bases de una progresiva asistencia, mientras los pronunciamientos desde diferentes instancias oficiales eran proactivos y optimistas hacia la búsqueda de la recuperación en el menor tiempo posible.
A diferencia de temores en materia económica externados por algunos países como México, frente a la nueva administración que encabezará el presidente Donald Trump, aquí han surgido expectativas positivas, pensando que hay motivos para apostar a un afianzamiento en las relaciones económicas con nuestro principal socio comercial.
Las razones expuestas para tal expectativa son simples pero de un razonamiento claro y atendible, en el entendido de que las medidas proteccionistas que se propone aplicar Trump a lo interno de Estados Unidos podrían fortalecer su economía y, por ente, beneficiar a la comunidad dominicana radicada allí, que estaría entonces en mayor capacidad para el envío de remesas al país.
Ese es precisamente la argumentación expuesta por el canciller Miguel Vargas Maldonado, que había tenido como antecedente otras puntualizaciones similares provenientes desde el sector privado y que se inscriben en esta creciente tendencia optimista que visualiza mejores horizontes en la economía.
Representantes de la cúpula empresarial y comercial de la zona Norte y la provincia Espaillat también participan de esta idea y muestran su decisión de aportar desde sus respectivas áreas para contribuir a que no se produzca un retroceso en las metas de crecimiento económico alcanzadas en el 2016.
Los directivos de esas organizaciones, que desde sus empresas y negocios le toman el pulso a la situación económica, coinciden con el ministro Administrativo de la Presidencia, José Ramón Peralta, en el sentido de que el país cuenta con un crecimiento que se refleja en amplios sectores de la sociedad.
De cualquier forma, lo relevante y positivo es que todo esto augure una voluntad de progreso y esfuerzo colectivo en todos los ámbitos para alejar actitudes quejumbrosas que nada aportan. Si queremos seguir viviendo en este país hay que contribuir a las metas de una vida mejor, más participativa y, sobre todo solidaria y menos particularista.