Optimismo y voluntad en  2010

Optimismo y voluntad en  2010

Los dominicanos deberíamos asumir el 2010 como el punto de inicio para hacer cambios importantes en nuestro estilo de vida. Tenemos necesidad y muchas razones para hacer cambios de estilo como  individuos y como sociedad, y para ello tenemos que poner por delante voluntad y  optimismo, con tal de que los resultados sean los  más convenientes para el interés de  todos.

Por obligación, necesitamos retomar los principios morales que otrora trazaban pautas a nuestras vidas desde las aulas y que nos indicaban que siempre debemos tomar en cuenta no sólo el valor material de los bienes, sino también el carácter ético de su origen. Mucha gente, jóvenes en su mayoría, viven aferrados al paradigma de que el dinero es bueno sin importar de donde venga y esa visión mantiene lleno este país  de puntos de venta de drogas.

Los años, de por sí, no “traen” cosas buenas o malas. Los individuos y las sociedades son las que ejecutan decisiones y tejen coyunturas dentro de esos períodos. Lo bueno o lo malo no depende propiamente del año. Debemos proceder aferrados  a la idea de que el 2010 es, como cualquier otro año, un espacio en el que debemos colocar actos y decisiones beneficiosos para nuestras vidas como individuos, como sociedad, como Estado. Pongamos a trabajar la voluntad y hagámoslo con optimismo.

Un buen punto de partida

El Presidente Leonel Fernández ha declarado el  2010 como  «Año de la Reactivación Económica Nacional» y esto supone que ya hay a la mano un inventario de iniciativas para hacer que materialice ese propósito. La declaración parece corresponder al plan de estrategias que el Gobierno ha presentado a diversos sectores, un plan que debe ser inclusivo, vinculante, en cuya ejecución haya una equilibrada distribución de deberes por cuya ejecución y éxito cada sector deba asumir responsabilidad.

Damos la bienvenida a esa declaración, en el entendido de que la misma y el plan estratégico irán más allá de la retórica y el discurso, con miras a presentar al país resultados tangibles, que influyan en las condiciones de vida de todos y permitan una mejor distribución del crecimiento económico. Este país no puede continuar viviendo atado a las pautas coyunturales. Tiene que trazar metas de progreso a mediano y largo plazos.

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