Quizás las primeras planas de hoy se contradiga este título…

Es cierto, cada día se viven en carne propia inmensos desafíos…

Puede ser, también, que este día llevemos al sepulcro un alma querida…

Pero, les comparto que en medio de todas esas aflicciones nos queda la belleza -tanta y a veces imperceptible a nuestras ansiosas miradas, como escribe Anne Frank– el saber y los aprendizajes de nuestras madres y hermanas espirituales, que, en medio de un torbellino cotidiano, alimentaban acciones de esperanzas de un venidero porvenir.

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Así, para el 15 de septiembre de 1923, encontramos en Fémina, a su jefa de redacción, Consuelo Montalvo de Frías, motivando con amor a sus lectoras desde su casa en San Pedro de Macorís: “Somos optimistas y por tanto, confiamos en el triunfo. Si alguien nos llama visionarias, no importa”.

Pues, ante la misión asumida de “llevar a Santo Domingo (…) la causa de la mujer (…) el sublime pensamiento de penetrar en la psicología dominicana para llenar las páginas en blanco que dejara en ella la mediocridad y pesimismo de nuestra pretérita generación”, obviamente el optimismo era más que urgente.

Hoy continúan vigentes tantas causas, tantas luchas, inmensos retos…

Pero podemos encontrar en nuestra genealogía de mujer la afirmación: “Somos mujeres optimistas y por tanto, confiamos en el triunfo”, nos recuerda Consuelo.