Pese a los defectos tradicionales, culturales y estructurales heredados, el actual modelo de gestión, estabilización y gobernanza puede y debe ser optimizado. Y esto es lo primordial en lo que gobierno y oposición deben ponerse de acuerdo. No en cambiar abruptamente el modelo, ni simplemente diseñar una forma expedita de que la oposición pueda deshacerse de los grandes obstáculos que los poderes establecidos y el gobierno le oponen. Además, están ahí todas las limitaciones que desde la propia realidad socio- económica nacional operan en contra de los planes de la oposición, y aún de excelentes propuestas de expertos y conocedores, que el gobierno y la sociedad ni siquiera toman en cuenta.
Lo primero es hacer consciencia de los componentes y las formas operativas del presente modelo, sus estructuras y funciones; de lo que resuelve y no resuelve; sus costos de corto y largo plazos; los compromisos y sacrificios actuales y futuros; los necesarios y los superfluos.
Lo siguiente es determinar los grados de libertad disponibles en cada esfera, en lo relativo a la necesidad y la posibilidad de realizar transformaciones. Determinar dónde hay rigideces y dónde hay tolerancias. Detectar (establecer) qué es urgente y qué es importante, ambas cosas o ninguna de estas.
Un gobierno maduro como el actual ya le ha pagado muchas cuotas de agradecimiento a muchos actores, y eso solo le otorga al presidente Medina grado de libertad, legitimidad y popularidad bastante altos. Lo cual es una fortaleza que poseen el gobierno y el sistema político actual.
Como explica la Teoría del Caos, en determinados sistemas existe un número indeterminado de secuencias de nódulos o puntos de equilibrio dinámico, digamos, entre demandas, poderes e intereses en conflicto; lo que permite al agente externo, por ejemplo, a un gobernante, inclinar la balanza en la dirección óptima con pocos esfuerzos y recursos. En muchísimos casos, la tarea del gobierno será tan solo movilizar recursos dándoles usos alternativos más eficaces, a un costo bajísimo. Hay, obviamente, actores, personal y organismos que deben ser eliminados del sistema; y crearse y rediseñarse las entidades que operen en función de verdaderas necesidades (reales y sentidas). Toda organización tiende a permanecer (No solo INESPRE, o la ODC), y a constituirse en grupo de interés, a menudo contrapuesto a los objetivos y valores que les dieron origen y razón de ser.
No en vano debió hacerse interesantes esfuerzos por modernizar áreas del Estado en el primer gobierno del PLD, y en actuales ensayos del Ministerio de Administración y Personal (MAP), diseñando y evaluando procedimientos organizacionales de diversas áreas y oficinas del gobierno. Contrariamente, se pueden detectar absurdos gerenciales y administrativos, diseños inoperantes, exceso de personal, gente poco calificada y otras muchas aberraciones que más que también delatan apatía y falta de visión de los incumbentes. O, peor, desviación de recursos presupuestarios y uso indebido del tiempo en asuntos de intereses espurios. En general, la ineficiencia de la burocracia estatal clama por intervenciones inteligentes en pro de la eficientización de la maquinaria pública. Sobre esto debemos hablar. Y Pactar.