POR INGRIS LEYBA
Doce años han transcurrido desde su apertura formal al mercado en Inglaterra, y desde entonces su filosofía empresarial ha estado marcada por la constante separación de los paradigmas tradicionales del mundo global de las telecomunicaciones.
Hoy, seis años después de su establecimiento en el país, sus ejecutivos en compañía de amigos y representantes de diversos sectores de la sociedad dominicana, se reunieron en las Ruinas de San Francisco, emblemático monumento de nuestro pasado colonial para celebrar con júbilo la llegada de su sexto aniversario.
La velada, pautada para las 7:30 de la noche, inició con la llegada de los invitados, quienes fueron recibidos por los anfitriones del evento, Frederic Debord, presidente de Orange Dominicana y su esposa Benedicte Debord; posteriormente eran conducidos a sus respectivos asientos en el interior de las históricas instalaciones, decorada en alusión a un jardín donde predominaron las orquídeas.
En su discurso ante los asistentes, Frederic Debord manifestó que en estos seis años han tenido un éxito incuestionable, “éxito que debemos a cada uno de nuestros empleados y los clientes que nos honran con su confianza, que al día de hoy se acercan a un millón y medio. No hay secretos que contar en esta historia, lo único que hemos hecho es respetar y devolver en valor, la confianza y los recursos que cada cliente nos entrega”, agregó.
“Para darles una idea de nuestras metas alcanzadas; en los últimos dos años, nuestra participación en el mercado ha crecido significativamente, se ha duplicado nuestra cantidad de clientes, de empleados, infraestructura y multiplicado los aportes a la sociedad y al Estado Dominicano. Llegamos para quedarnos y poner en práctica cada uno de los valores Orange”, sostuvo visiblemente emocionado.
La cena fue amenizada por la participación del maestro Jorge Taveras y su orquesta, aunque la insistente lluvia interrumpió en varias ocasiones el programa que se tenía previsto para la noche, hasta tal punto que el espectáculo de danza, así como la participación artística de Chichí de Peralta, quien impactaría a los presentes al hacer su entrada al escenario, atravesando una pared de bloques que simulaba un muro colonial, fue pospuesta para dos días después.