Orden de arrestar a conjurados precipitó los acontecimientos

Orden de arrestar a conjurados precipitó los acontecimientos

El 20 de diciembre de 1962 fueron celebradas en el país las primeras elecciones libres después del derrocamiento de la dictadura trujillista. Juan Bosch, prestante escritor y candidato a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Dominicano, resultó triunfador en esos comicios por una mayoría aplastante: más del 60 por ciento de los votos emitidos.

En esos comicios, don Juan Bosch no solamente ganó la Presidencia; además, su partido, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD) alcanzó la mayoría en ambas Cámaras.

La toma de posesión del profesor Juan Bosch como Presidente Constitucional de la República se llevó a cabo con una solemnidad deslumbrante. Para entonces, se dieron cita en la Capital dominicana los más renombrados estadistas y líderes políticos del continente.

El ilustre escritor gobernó al país democráticamente. Sus decisiones siempre estuvieron ajustadas al espíritu y a la letra de la Constitución. En su gobierno, no se persiguió ni se atropelló a nadie. A pesar de ello, la madrugada del 25 de septiembre de 1963, siete meses después de haber prestado juramento como Presidente Constitucional de la República, el profesor Juan Bosch fue obligado a renunciar o depuesto por militares de la base aérea de San Isidro dirigidos por el entonces coronel de infantería Elías Wessin y Wessin.

Los militares de San Isidro que obligaron a renunciar o que derrocaron al presidente Bosch inmediatamente convocaron a los dirigentes de los partidos políticos de la derecha opositora y establecieron un gobierno colegiado de tres miembros integrado por el señor Emilio de los Santos; el ingeniero Manuel Enrique Tavares Espaillat y el doctor Ramón Tapia Espinal. A ese gobierno de facto se le llamó El Triunvirato.

Tres meses después, en protesta por el fusilamiento del doctor Manuel Aurelio Tavárez Justo, el triunviro Emilio de los Santos renunció, siendo sustituido por el doctor Donald Reid Cabral. Días después, por desacuerdo con el jefe de la Policía Nacional, renunció el doctor Ramón Tapia Espinal, siendo nombrado en su lugar el doctor Ramón Cáceres Troncoso. Finalmente dimitió también el triunviro Manuel Enrique Tavares, y ya no fue nombrado ningún sustituto en lugar de éste. Sin embargo, a esa banda de dos continuó llamándosele ¨ El Triunvirato ¨

La falta de previsión y pericia en el manejo de asuntos de Estado de parte de los miembros del llamado Triunvirato junto a la corrupción administrativa campante en todos los niveles de la administración pública y de las Fuerzas Armadas tuvieron mucho que ver con la crisis económica que afectó al país meses después de instalado el gobierno de facto.

Los precios del azúcar se derrumbaron en los mercados internacionales. El café redujo su contribución al Producto Bruto Interno del 13 al 11 por ciento. Una prolongada sequía redujo considerablemente la producción de la agricultura. Se acrecentaron los niveles de importación, llegando, a finales del año 1963 a un valor que sobrepasaba los 150 millones de dólares, equivalente a un 7 por ciento más que el año anterior.

El Triunvirato, para favorecer a sus intereses económicos y los de sus allegados y relacionados, permitió la expansión del crédito al sector privado más allá de lo prudente.

En el gobierno del llamado Triunvirato, la corrupción campeó por sus fueros.

Aviones de la Fuerza Aérea Dominicana y naves de la Marina de Guerra fueron utilizados en labores de contrabando de todo tipo de mercancías.

Cantinas surtidas con mercancías introducidas al país sin pagar los impuestos de ley funcionaron en los recintos militares a títulos de compañías por acciones.

Fue en ese ambiente de ilegalidades y de corrupción que surgió y se desarrolló una conspiración militar que dio al traste con el gobierno de facto.

El coronel Rafael Fernández Domínguez fue el ideólogo e inspirador de la asonada abrileña y el coronel Hernando Ramírez su organizador.

Para fines de febrero de 1965, ya estaba preparada una acción militar contra El Triunvirato. Solo faltaba fijar la fecha del inicio de las hostilidades y llegar a un acuerdo en relación con la naturaleza del gobierno que habría de sustituir al de facto: Vuelta a la Constitución del 63 con el regreso del profesor Juan Bosch al poder o la instalación de una Junta Militar.

El sábado 24 de abril parecía un día como otro cualquiera de los vividos en esos años. Los periódicos ¨ Listín Diario ¨ y ¨ El Caribe ¨ publicaron en sus primeras páginas y en grandes titulares la noticia de que el Consejo Universitario de la Universidad Autónoma de Santo Domingo responsabilizaba al gobierno de facto del posible fracaso de la reforma universitaria a tiempo en que le exigía el pago de las deudas del Estado con la UASD y que se diera cumplimiento a la Ley 5778 que disponía que el Estado dominicano financiara a la Universidad con un subsidio no menor al 5 por ciento del Presupuesto Nacional. También esos dos matutinos se hacían eco de noticias relativas a los riesgos de que se produjeran más incendios forestales debido a la seguía que para esa época estaba azotando el país.

El coronel Miguel Hernando Ramírez y sus compañeros de conjura entendieron que había llegado la hora de decidir por su cuenta. Fijaron el martes 27 de abril como fecha del inicio de un levantamiento militar contra el Triunvirato. El mismo habría de comenzar en el Campamento 16 de agosto a las 5 horas AM de la madrugada, teniendo como único objetivo la vuelta al poder del profesor Juan Bosch y la puesta en vigencia de la Constitución del 63.

Pero, un incidente inesperado precipitó los acontecimientos: el sábado 24 de abril, el entonces jefe de estado mayor del Ejército, general de brigada Marcos Rivera Cuesta, cumpliendo órdenes del Triunvirato, procedió a arrestar a un grupo de oficiales del Campamento 16 de agosto de quienes la inteligencia militar sospechaba que estaban involucrados en una conjura contra el régimen de facto.

Al efecto, fueron apresados juntos a otros oficiales José Noboa Garden, Álvarez Holguín y Lora Fernández.

El general Rivera Cuesta condujo sus prisioneros a su despacho sin sospechar que los tentáculos de la conspiración llegaban hasta su entorno.

Cumpliendo órdenes expresas del coronel Hernando Ramírez, al medio día del 24 de abril, el capitán de la oficina administrativa de la jefatura de estado mayor del Ejército, Mario Peña Taveras, secundado por el personal alistado de esa dependencia, detuvo al general Rivera Cuesta,

La hora de las grandes decisiones había sonado.

Los militares rebeldes maniobraron con energía apoderándose de dos importantes recintos militares: los campamentos 16 de agosto y 27 de febrero.

A la 1:30 de la tarde del 24 de abril, la voz de José Francisco Peña Gómez tronaba en el programa radal Tribuna Democrática que se trasmitía a esa hora por la emisora Radio Comercial anunciando el inicio de una revuelta militar para deponer el gobierno de facto del Triunvirato.

A las 2 de la tarde de ese mismo día, oficiales rebeldes irrumpieron en Radio Televisión Dominicana dando a conocer los objetivos del movimiento.

El espectáculo de esa tarde era realmente impresionante. Camiones trasportando militares rebeldes y autobuses abarrotados de jóvenes recorrían las calles de Santo Domingo vitoreando la Constitución del 63 y demandando la vuelta al poder del profesor Juan Bosch.

Alrededor de las 5 de la tarde del sábado 24 de abril, tuvieron lugar los primeros combates entre tropas rebeldes y militares leales al gobierno de facto. Una compañía de soldados rebeldes comandada por el entonces capitán Héctor Lachapelle Díaz, teniendo como comandantes de pelotones a los oficiales Jesús de la Rosa (autor de este artículo) y José Noboa Garden, se enfrentó por los alrededores de la planta de la televisora oficial a tropas de caballería de la Policía registrándose muchas bajas entre las fuerzas policiales.

La irrupción de tropas de infantería del Centro de Enseñanza de las Fuerzas Armadas (CEFA), apoyadas por unidades blindadas comandadas por el coronel José de Jesús Morillo López, impidió que las tropas rebeldes terminaran de aniquilar a las fuerzas del orden público.

Ante la superioridad de la ya reforzada tropas leales al gobierno de facto, los militares rebeldes optaron por retirarse.

Los tenientes García Germán y Manuel de Jesús Checo, juntos a los más activos dirigentes civiles del movimiento, entre los que se encontraban José Francisco Peña Gómez y el sindicalista Miguel Soto, fueron tomados prisioneros por las tropas de San Isidro.

La alegría de los primeros momentos se tornó en incertidumbre.

A las 7 de la noche de ese día, Donald Reid Cabral, en nombre del gobierno de facto, anunció, por una cadena de radio y televisión, que el país se encontraba en calma y que las Fuerzas Armadas seguían leales a su gobierno. En esa ocasión el gobernante de facto dijo lo siguiente: ¨ Dos campamentos militares se han declarado en rebeldía contra el gobierno que tengo la honra de presidir. En interés de evitar innecesarios derramamientos de sangre les intimo a esos señores a deponer su actitud antes de las 5 horas de la mañana ¨

Esa misma noche, Donal Reid volvió a dirigirse al país para informarle que tropas de los distintos cuerpos de las Fuerzas Armadas tenían rodeados los campamentos rebeldes 16 de Agosto y 27 de Febrero, por lo que invitaba a los moradores civiles de esos lugares a abandonarlos, de manera que si hubiese la necesidad de tomar medidas militares contra los rebeldes, se encontraran fuera de la zona de peligro.

En noviembre del 1963, jóvenes del Movimiento 14 de Junio liderado por Manuel Aurelio Tavárez Justo iniciaron en las lomas de la Cordillera Central un movimiento armado para derrocar al Triunvirato, resultando todos fusilados después de rendirse.

Parece que el gobierno del Triunvirato no sabía con qué tipo de militares estaba tratando. Su llamado a deponer las armas no podía encontrar eco en soldados rebeldes dispuestos a jugarse el todo por el todo.

Llegada la media noche del 24 de abril, los militares rebeldes volvieron a la acción. Tropas sublevadas comandadas por el coronel Francisco Alberto Caamaño asaltaron la Intendencia del Ejército Nacional, a tiempo en que otras agrupaciones rebeldes ocupaban la ciudad de Santo Domingo.

En la primera plana del periódico Listín Diario del domingo 25 de abril aparecieron unas declaraciones del teniente coronel Miguel Hernando Ramírez, comandante de las tropas rebeldes, afirmando que el levantamiento contaba con el apoyo del batallón Juan Pablo Duarte, con el agrupamiento de Artillería y con todo el personal de la Jefatura de Estado Mayor del Ejército; y que pronto se le sumarían a la rebelión importantes unidades de los demás cuerpos castrenses. También aparecía en la primera plana de ese matutino la fotografía de una tanque AMX situado en los jardines del Palacio Nacional donde era dado observar al triunviro Donald J. Reid Cabral junto a otros funcionarios.

La madrugada del 25 de abril de 1965, el triunviro Donald Reid Cabral tuvo un despertar desagradable. El jefe de estado mayor de la aviación militar le llamó por teléfono para comunicarle que no estaba dispuesto a bombardear los campamentos militares en manos de rebeldes.

Con la excepción de la emisora oficial, todas las demás transmitían consignas alentando a la insubordinación con el gobierno de facto. A esa altura de los acontecimientos, Donald Reid contaba con pocas unidades militares que le fueran leales. Los políticos comprometidos con el golpe de estado septembrino o se encontraban ocultos o ya habían buscado refugio en embajadas extranjeras. Los locales de las agrupaciones políticas de derechas estaban siendo saqueados por las turbas armadas que recorrían las calles de Santo Domingo en busca de personas allegadas o comprometidas con el gobierno de facto.

Ante esa realidad, a Donald Reid Cabral y a su socio Ramón Cáceres Troncoso no le quedaba otra opción que no fuera la de renunciar.

Al medio día del 25 de abril, tropas rebeldes comandadas por el coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó irrumpieron en el Palacio Nacional. El Triunvirato había sido derrocado.

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