Mucho se ha dicho de la importancia de la Ley No. 368-22 de Ordenamiento Territorial, Uso de Suelo y Asentamientos Humanos, la cual, se esperaba que nos ayudaría a delimitar nuestro suelo, garantizando la conservación de los parques naturales, las tierras con fines agrarios, la cantidad de edificaciones, zonas escolares, comerciales, etc. Sin embargo, la realidad es que esta ley, que ordena al Ministerio de Economía, Planificación y Desarrollo (MEPyD) a ser la Institución que lleva el seguimiento para el cumplimiento de la misma, yo no le veo mucha esperanza.
Las ciudades que queremos, tanto en las zonas urbanas, como rurales, no la tenemos claras, y aunque la ley habla sobre el rol de municipalidad, realmente, a mi entender, esto se hace complicado de ejecutar. Muy difícilmente un Ministerio como el MEPyD, cuenta con las facultades para incidir adecuadamente en temas de carácter municipal, ambiental o de amplitud estructural.
Dentro de los diferentes planes que la Ley indica, está en su Artículo 23, la elaboración del: “Plan Municipal de Ordenamiento Territorial (PMOT), el instrumento técnico-político así como con los otros poderes del Estado y los gobiernos locales, apoyo con el Consejo de Desarrollo Regional, para garantizar la participación de las autoridades provinciales y municipales al igual que los actos sociales que integran la región. establecido para la demarcación territorial bajo la jurisdicción del o lo gobiernos locales que lo aprueban.”
Cuestionemos sinceramente ¿Tiene el MEPyD un modo de controlar la cantidad de permisos que entrega una alcaldía? ¿Tiene el MEPyD incidencia en las determinaciones de una Sala Capitular?
Yo creo que evidentemente necesitamos ciudades planificadas, que protejan la calidad de vida, la tranquilidad, el desarrollo sostenible, la libertad alimentaria, el agua, etc. Pero creo que aunque la Ley de Ordenamiento Territorial y el Viceministerio del MEPyD para tales fines, tengan buenas intenciones, yo no le veo capacidad de logros tangibles a mediano ni a largo plazo.
Podrán presionar para ajustar ciertas estructuras organizacionales que tengan algunos ministerios, quizás también se podrá “ayudar” a defender espacios determinados (parques nacionales, tierras para la agricultura), pero, cómo se explica que se haya incrementado el abuso en los permisos para extracciones que ha dado el Ministerio de Medio Ambiente, por citar un ejemplo de una instancia que ya de por si tiene su propio marco regulatorio y viene esta nueva ley -supuestamente- a reforzar el orden en nuestro territorio, cosa que al final es ignorada.
Ahora bien, para mi, LA GRAN PREGUNTA SERÍA: ¿Qué tipo de ciudades queremos?
Pongamos de ejemplo, la ciudad de Santo Domingo o Santiago, yo estoy segura que gran parte de sus habitantes les gustaría tener: Cables soterrados, calles sin hoyos, espacios para parqueos, más parques y zonas de esparcimiento, mejor iluminación, un sistema de drenaje que funcione, más sombras, espacios de aceras para caminar, mejorar el tránsito, limpieza, espacios urbanos embellecidos, ríos limpios y descontaminados, un amplios sistema de transporte colectivo seguro, accesibilidad para personas con discapacidad, más seguridad, mayor zona de parqueos, mejores sistemas para emergencias (bomberos, rescatistas, ambulancias), limitación en la cantidad de: torres, colegios, plazas comerciales, bancas, colmados, restaurantes, bares, menos saturación de las zonas residenciales, etc. En fin, una ciudad más hermosa, agradable, organizada, con mayor oferta cultural y segura.
Pero estamos acostumbrados a ir poniendo parches sobre la marcha, incluso cuando se diseñan propuestas arquitectónicas y de ingeniería que abarquen visiones más amplias, se termina ajustando y ajustando, cosa que al final, termina en el proverbial “se hace lo que se pudo” y ya.
Si observamos cómo algunas ciudades que se vieron afectadas por cambios en su economía, han evolucionado, nos damos cuenta que contaron con un diseño en función a una visión hacia el futuro, por ejemplo, la ciudad de Bilbao desde mediados de los años ochentas y los noventas contaba con las secuelas de zonas industriales abandonadas y un rio con mal olor, pero se asumió el reto hacia una ciudad del futuro. Luego de realizarse concursos propositivos arquitectónicos, se procedió a la construcción del metro con un estilo único -diseñado por el eminente arquitecto Foster- como también, la construcción de un Museo Guggenheim (diseñado por el arquitecto canadiense Frank O. Gehry), que ha sido el motor del impulso turístico y del interés por visitar este destino español. Antes una ciudad industrial, hoy una ciudad de servicios y al servicio de sus habitantes, y con varios premios internacionales sobre urbanismo.
Ciudades como Medellín, Bogotá, Ciudad de México, entre otras, han enfrentado grandes retos, ya sean de orden climático, seguridad, movilidad, asinamientos, etc. y de manera ejemplar han podido ir superando sus limitaciones, y aún, cuando en el caso de Bogotá, no ha superado los largos atascos en horas picos, es una ciudad que ofrece una experiencia agradable gracias a su museografía, parques, oferta cultural, gastronómica y la posibilidad de caminar libremente por zonas seguras.
También son reconocidos los esfuerzos que se ha hecho en la Habana Vieja, a pesar de todas las limitaciones económicas de Cuba, pero su visión de reconstrucción es mejor que la de nuestra Zona Colonial, por razones que no da tiempo de explicar en este artículo.
Quizás, el Ordenamiento Territorial y el desarrollo de las ciudades urbanas y rurales, sean temas parecidos pero que van en paralelo, sin embargo, la pena es que aún con marcos legales, viceministerios redactando y publicando guías y haciendo consultas, no se cuenta con el ORDENAMIENTO MENTAL necesario, no sólo para entender las limitaciones de un Ministerio sobre otro, o sobre figuras municipales elegidas por voto, quienes llegaron con planes y propuestas propias, si no, para materializar una visión regional y colectiva con un concepto avanzado.
Las esperanzas de que esto sea fructífero, son muy pocas. Aun seguimos siendo afectados como ciudadanos por la fatal arrogancia de los pocos que creen poseer una visión más clara que los muchos con experiencia real técnica y vivencial de estos problemas sociales.