Ordenan tres sacerdotes en Santiago

<p>Ordenan tres sacerdotes en Santiago</p>

POR JOSE ALFREDO ESPINAL
SANTIAGO.- Tres nuevos sacerdotes fueron ordenados ayer durante una ceremonia a la que asistieron varios obispos, sacerdotes, diáconos y  cientos de feligreses.

Los nuevos sacerdotes son Ranier Rafael Vásquez, William Almonte y Andrés Amauris Rosario, a quienes el arzobispo Ramón Benito de la Rosa Carpio  les entregó el poder de la palabra sagrada, les pidió ser obedientes a la Iglesia y autorizó a ejercer el sacramento católico.

La ordenación sacerdotal fue celebrada en el Centro Católico Carismático, donde los nuevos párrocos fueron designados de inmediato por el arzobispo De la Rosa Carpio.

Almonte fue designado vicario parroquial del sacerdote Teófilo Bonilla, en la parroquia San Francisco de Asís, del ensanche Libertad y asesor de la comisión arquidiocesana juvenil,  por un período de cinco años.

Vasquez hará la función de vicario por tres años de las parroquias San Antonio de Paula,  en la localidad de Guayabal y en Matanzas, que dirige el sacerdote Eduardo Núñez, así como asesor de arquidiócesis y del Movimiento Escoge, por cinco años.

Finalmente, Rosario fue designado como vicario parroquial de la iglesia María de los Ángeles, en La Reyna, Tamboril, formador del seminario mayor por cinco años y director pastoral y de obra diocesana, también por cinco años.

Al final de la actividad, los recién ingresados sacerdotes recibieron la bendición y el abrazo del arzobispo De la Rosa Carpio y de sus familiares y amigos.

A la ceremonia de ordenación sacerdotal asistieron los obispos Rafael Felipe Núñez, de la Diócesis de Barahona; Jesús María de Jesús Moya, de la Diócesis de San Francisco de Macorís, monseñor Fausto Mejía Vallejo y monseñor Vinicio Disla, quien condujo el acto.

El arzobispo consideró la actividad como un momento de mucha alegría para la Iglesia, al tiempo que recordó que la Arquidiócesis ha estado buscando aumentar el número de seminaristas para convertirlos en servidores del Señor.

Fue una emotiva actividad religiosa en la que los padres de los tres nuevos sacerdotes estuvieron presentes y les desataron las manos para entregarlos a la feligresía cristiana.

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