Para mí, ser electo es ser seleccionado o escogido por un grupo de personas o un individuo con poder de decisión, para una asignación o posición en cualquier lugar o circunstancia. En ese sentido, la reelección es una nueva selección, por los mismos mecanismos.

La prédica contra la reelección es habitual entre los que aspiran a ocupar posiciones o han sido maltratados por los que sí las tienen y resulta que muchos de ellos, en otros períodos o escenarios, han sido reelectos, nuevamente escogidos  o designados y en sus actuales discursos contra la reelección, lo olvidan. Ejemplos estelares son el licenciado Hatuey Decamps, que fue reelecto en la Federación de Estudiantes Dominicanos y dos veces en la presidencia de la Cámara de Diputados; Danilo Medina, reelecto diputado y seleccionado en dos períodos para ser secretario de la Presidencia y otros funcionarios de la actual administración que rechazan la reelección del presidente Fernández mientras han sido reelectos o “confirmados” en sus puestos por el mismo mandatario.

Del agrónomo Hipólito Mejía no comento porque la incoherencia es parte carismática de su vigor político porque a mucha gente le divierte que, para él, lo que ayer fue negro, hoy sea blanquito como un papel, aunque sea un toro.

De los abuelos, recuerdo el refrán que se aplica cuando alguien critica a otro por algo que él también tiene o hace y es aquel que dice: “Mira eso, un burro diciéndole a otro orejú”.

La realidad es que contra la reelección están apareciendo muchos orejudos, no por burros, sino por hipócritas  y es bueno que no se confunda la reelección que corrompe con el continuismo criminal.