La mayoría de las veces cuando nos referimos a finanzas, llámese planificación de nuestros recursos líquidos, pensamos normalmente en riquezas o netamente en dinero, sin embargo este factor no solo implica el área financiera nuestra, pues sin duda alguna repercute en nuestras emociones y actitudes en la vida ante la realidad que nos toca vivir.
No sería sano para nuestro ambiente mental pensar solo en hacer riquezas si no tiene un fin de estabilidad interior y más allá del Ego, un objetivo que sirva de apoyo colectivo ante las necesidades de realidad social que apreciamos.
Planificar es proyectar y si así lo hacemos entonces lograremos evitar mayores consecuencias en nuestro contra. El dinero es un instrumento tan influyente que ha logrado en gran nivel ser idolatrado por el ser humano, es poderoso pero si eres capaz de valorarlo como un medio de logro de sueños, de instrumento mediador para beneficios de otros, entonces tendrá otro sentido humano, tenerlo, administrarlo y usarlo es una oportunidad que nos da la vida y se debe apreciar como tal.
La mayoría de nuestra gente no tiene o no tenemos un legado seriamente de nuestros ancestros a realizar mínimo un ahorro periódicamente pensando en una estabilidad financiera posterior, es por esto que además del desequilibrio social entre las clases, la falta de educación financiera no nos permite avanzar y ser luz en la oscuridad.
No hay dudas que cuando nos decidimos a ejecutar una meta de ahorro, en unos años nuestras emociones serán más estables porque fueron previamente definidas con objetivos basados en esfuerzo y sacrificio por tal razón nuestro ímpetu se sentirá gloriado ante tal circunstancia.
Realmente dependemos del dinero para cualquier servicio de necesidad de satisfacción ya sea básico o no, es el medio universal para obtener los bienes y servicios y por ende nuestra satisfacción personal va a depender de ese buen o mal manejo de dicho recurso. Si dejamos un legado de ahorro, de planificación y un claro plan de uso de los recursos, entonces estamos sembrando en nuestras futuras generaciones un ambiente menos angustioso ante la realidad que les tocará vivir, con sus padres, con su pareja y con sus amigos. Vamos a darnos la oportunidad de ser diferentes y no caigamos en la práctica de: “donde va Vicente, ahí va la gente”, seamos pensadores a largo plazo, propulsores de la estabilidad colectiva iniciando por casa.