Organización civil contra la violencia

Organización civil contra la violencia

VÍCTOR MELITÓN RODRÍGUEZ R.
En una colaboración al Listín Diario, del 16/11/95, condenábamos la alarmante frecuencia con que la mujer dominicana era víctima de la violencia irrefrenable; como fue entonces el caso de cuatro hermanas violadas en Mao, Valverde, por aquellos días (*)

Hoy nos consterna y llena de indignación la muerte salvaje de que ha sido víctima, en la ciudad de Santiago de los Caballeros, la estudiante de medicina Vanessa Ramírez Faña, el pasado 9 de junio, tan solo para despojarla de un simple teléfono celular. Y nos preguntamos ahora: -¿Hasta cuándo ha de permitir nuestro Estado estos incalificables atropellos?-

En nuestro país la espiral de actos violentos, que con inusitada frecuencia desemboca en repudiables crímenes contra personas indefensas, viene creciendo de día en día; y todo parece indicar que nuestros cuerpos armados no son capaces de preservar la seguridad individual y la paz social. Y, peor aún, se conoce de muchos casos en los que miembros de la Policía Nacional y de otras instancias de defensa han sido partícipes de hechos delictivos y criminales, cual si se estuviese creando de manera deliberada un ambiente de terror que ya acusa niveles insoportables.

Hay que preguntarse, pues: -¿qué está pasando realmente en nuestra sociedad, con la sucesión de tantos actos de violencia de todo tipo?; y -¿cómo hemos de actuar en lo adelante, tanto los cuerpos del orden público como los ciudadanos y núcleos civiles que -quiérase o no- estamos llamados a preservar y fomentar una atmósfera de sana convivencia comunitaria, beneficiosa para todos…, nativos y visitantes?

Alguien podría contestar: “Bien; pues que cada uno se defienda como pueda”. Pero a ese alguien habría que decirle, sin titubeo y con toda claridad de miras: “No somos sólo individuos aislados; no somos únicamente familias que vivimos aterrorizadas en nuestras casas; no sólo somos barrios o urbanizaciones llamados a defender nuestros cotos cerrados. Somos partes componentes de agrupaciones sociales mayores (parajes, barrios, villas, distritos, puntos de encuentro, municipios, ciudades, demarcaciones provinciales, asociaciones diversas…; en fin, sociedad nacional); a todos los cuales nos corresponde defender, preservar y fortalecer, para el pleno disfrute de una vida razonablemente civilizada.

Pensamos, en fin, que es necesario que nos organicemos en forma apropiada para contrarrestar con eficacia tantos actos de violencia, que a todos nos afectan, en lo individual, en lo familiar y en lo comunitario…; o que, el día menos pensado, nos puedan dañar en alguna forma. Pero es el Gobierno Nacional, con todos sus componentes orgánicos; y son todos los Gobiernos menores -provinciales, municipales, distritales y corporativos-, los que con mayores cuotas de responsabilidad social están llamados a pensar en fórmulas comunes de defensa y preservación.

-¿Tenemos o no esos niveles institucionales o sociales? Decimos que sí los tenemos; y que en primera y última instancia son los llamados a diseñar y desarrollar formas y medios de autodefensa parcial, y de defensa común; de tal manera que se haga posible lograr la autodefensa civil en todos los ámbitos componentes de la Patria de todos: la República Dominicana. ¿Hemos de permitir que sucumba nuestra Patria…?

Hemos de decir también, que las lamentaciones no nos salvarán de tanto atropello. Son indispensables: la reflexión creadora; la búsqueda de efectivas vías de acción defensiva; la organización social suficiente para luchar con éxito; la plural vocación de servicio al prójimo… (“Hoy por tí, mañana por mí”)…; diciéndonos todos: -Aquí y ahora, estamos presentes para servir como agentes de seguridad y orden, en el puesto o en la función que mejor pueda desempeñar cada uno, ya en forma individual, ya en forma colectiva, o de modo institucional…, a lo largo y ancho de nuestro territorio. Y aún más allá, es necesario pasar de la idea y las palabras a los hechos. Sin duda alguna esta es la obligación primaria e indeclinable de gobernantes y gobernados, a fin de evitar, por siempre, que hechos antisociales como los consignados -y diariamente, muchísimos más- se repitan impúnemente en nuestro suelo con una frecuencia inaudita.

Nuestras organizaciones -desde la familia hasta el Estado- tienen la palabra, y los medios de autodefensa colectiva, mucho más que los ciudadanos aislados.

(*) Referencia a nuestro artículo titulado “Un alerta por los abusos contra la mujer; Listín Diario de la fecha citada, página 6.

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