Cerca de 300 organizaciones a lo largo y ancho del territorio estadounidense están apoyando la Ley Federal de Abolición de la Pena de Muerte en los Estados Unidos, introducido por el congresista de origen dominicano, Adriano Espaillat, (NY-13).
Espaillat, quien considera la pena de muerte una reliquia cruel del pasado que no debería tener lugar en la sociedad actual, se ha convertido en el líder nacional de la lucha por la abolición de la pena capital.
“La pena de muerte es fundamentalmente racista, y sus raíces se remontan directamente a la terrible historia de linchamientos en los EE.UU. Más del 42 % de los condenados a muerte y el 34 % de los ejecutados son negros, pero solo el 13 % de la población estadounidense es negra”, precisó Espaillat.
“La vida humana es invaluable, y toda vida humana es sagrada. Sin embargo, la pena de muerte olvida un principio fundamental de la humanidad: los seres humanos pueden cambiar. Los seres humanos tenemos una inmensa capacidad para aprender, sanar y crecer”, señaló
El congresista Espaillat sostuvo que ejecutar a alguien niega este principio y no ofrece una vía para que una persona crezca.
“Una persona no se define por la peor decisión que tomó, pero la pena de muerte solo ve la vida de alguien a través de este lente estrecho. Y, sobre todo, socava la visión central sobre la que se fundó esta nación”, indicó.
“Me enorgullece presentar esta legislación y creo que es un paso fundamental hacia una sociedad más moral, equitativa y justa para todos los estadounidenses”, concluyó Espaillat.
Desde 1973, más de 170 presos condenados a la pena capital en todo el país han sido liberados del castigo después de que se hallaron errores en los juicios. 20 de los 50 estados en USA han abolido la pena de muerte.
Hace 28 años fue ejecutado en el condado de Harris, en Texas, el 23 de marzo de 1993, el dominicano Carlos Santana, tras recibir una inyección letal, a raíz de una condena por el asesinato de un guardia privado de seguridad en 1981.
En Indiana se ejecutó el pasado sábado a Dustin Higgs, el último preso del corredor de la muerte federal que recibió la inyección letal bajo el mandato del presidente Donald Trump.
Fue el decimotercer reo ejecutado a nivel federal en un plazo de seis meses, desde que el actual mandatario reanudara en julio del 2020 las ejecuciones de los reos que estaban en el corredor de la muerte federal.
Todas estas ejecuciones convirtieron el pasado año en el que más sentencias federales de pena de muerte se han llevado a cabo en 125 años, desde 1896, según el Centro de Información sobre la Pena de Muerte (DPIC).