Orientado hacia el Sur

Orientado hacia el Sur

Viajar hacia el Sur del continente americano viene a ser como una caja de sorpresas. Vivimos tan cerca del Norte revuelto y brutal y tan acostumbrados estamos a la cultura made in USA, plena de unilateralidad, que aceptamos extrañados que nos traten como seres humanos.

Se percibe la solidaridad aunque sea mínima. Quizás por el mismo idioma que nos une y nos diferencia, como por la similitud étnica que nos hace pensar en orígenes semejantes.

Desde que bajamos del avión empezamos a ver cuestiones agradables, así como desagradables, que nunca aparecen en los noticieros de CNN ni de FOX. A esas cadenas televisivas estadounidenses no les interesan cosas que son habituales en estos países del Sur que también existe. Pero para los que no acostumbramos a darnos estos escenarios nos dicen mucho sobre en qué nos diferenciamos y por qué buscamos los mismos fines para salir de nuestro atraso. Empezamos a reaccionar como si estuviéramos frente a un espejo en el que nuestra imagen latinoamericana aparece más nítida y clara sin subtítulos en inglés.

Llama la atención que el servicio dentro de la aeronave es superior al de las líneas de Estados Unidos. Además, es diferente, amable y más abundante. Es mucho más que una miserable fundita de maní y un buche de agua coloreada apodada jugo. Por casualidad o por coincidencia, la puntualidad fue admirable. Mancha en el trato aparece cuando se trata de los trámites de migración en relación con las mujeres. La juventud y la belleza pasan a ser entonces circunstancias agravantes que perjudican a la portadora de un pasaporte dominicano. Sería preferible que se exigiera visa formal solicitada desde el territorio dominicano para la entrada a esos países y no tener que poner en manos de un prejuiciado funcionario de décima categoría la decisión de admitir en su país a una persona de la cual no conoce ni siquiera un expediente sobre el origen de su viaje.

Otro aspecto que sorprende es al comparar los precios de cualquier producto que se compre en relación con los precios dominicanos habituales. Es entonces cuando nos damos cuenta de cuán cara es la vida en Santo Domingo. Un servicio de taxi en esta gran ciudad, a una distancia relativamente lejana, tiene como valor cerca de la mitad de la que vale en la capital. Además, el trato del conductor es esmerado y profesional, aunque pródigo en conversaciones como todo taxista. El cálculo mental sobre el valor de una taza de café o de un plato de comida nos pone a dudar sobre si no estamos errados en el estimado. Debemos estar equivocados, pensamos de primera intención. Pero no, Resulta difícil imaginar que en nuestro país estamos sometidos al pago excesivo por los recargos gubernamentales, sin tener forma de exigir o reclamar el reiterado abuso de colocar un impuesto sobre cada impuesto. Si de precios en las prendas de vestir fuéramos a comparar, la diferencia sería como del cielo a la tierra. Este Sur es tierra de comprar zapatos con una relación calidad precio inimaginable. Es como para venir descalzo a completar aquí el equipaje.

Cuando vemos la gente pasar notamos algo que, al principio, no somos capaces de detectar. Afinando la observación terminamos por descubrir que lo que nos falta a la vista es la obesidad. Por este Sur no abunda la gente gorda como es la característica del Norte. Jóvenes, mujeres y hombres, lucen con la figura adecuada sin que las masas cuelguen gracias a la comida chatarra.

Y por sobre todas las cosas, este Sur nos da la oportunidad para el reencuentro con viejos y admirados amigos que nos recuerdan no estamos solos y que lo que hacemos para defender nuestras libertades es también válido por otras partes del mundo. Eso sí, los envidiamos porque mientras ellos libran una lucha intensa contra la impunidad, vemos cómo en nuestro país se evade el castigo como forma de apoyo al clientelismo y a la corrupción.

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