Tras una lucha interna por definir qué era lo que realmente quería ser en la vida, la hoy reputada diseñadora Oriett Domenech descubrió que la verdad sobre su destino siempre estuvo presente en los dibujos que realizaba en todos sus cuadernos, con vestidos que ideaba para ella.
Aunque a sus 32 años se ríe de sus momentos de confusión, no olvida que el proceso de descubrir su verdadera pasión la llevó a pasar por las carreras universitarias de Ingeniería en Sistemas y Mercadeo, abandonando la última cuando apenas le faltaban seis meses para concluir.
Pero ahí no fue que se descubrió, porque el abandono de la carrera estando a término fue para irse a estudiar actuación a Estados Unidos, que, según entendía, era su sueño.
Ahí entra el papel jugado por su entonces novio, Juan Manuel, quien le dijo que ella tenía que entrar a la escuela de diseño de Altos de Chavón porque sus dibujos indicaban que su línea era el diseño.
“Le hice caso y comencé a hacer cursos, me olvidé de la actuación y me envolví en ese mundo”, cuenta la joven.
En paralelo con sus estudios trabajaba como voluntaria para la Unesco y allí tuvo la oportunidad de conocer a la comunicadora Jatna Tavárez, quien se convirtió en el ángel que le abrió el camino al éxito.
Por la puerta de don Oscar de la Renta. Ya involucrada en el diseño y con apenas 21 años, Oriett pidió a Jatna que le permitiera vestirla para su programa “y la pobrecita aceptó”, recuerda en tono de broma.
Inició vistiendo a Jatna de manera acertada y un buen día le pidió que la ayudara a conocer a Oscar de la Renta para que viera sus diseños y ante la insistencia, Jatna le coordinó el encuentro.
“Yo preparé todo un portafolio para presentárselo en Nueva York y resultó que nos conocimos aquí en Santo Domingo, en su casa de la Zona Colonial y ya tú sabes”, recuerda aun con entusiasmo. Explica que en medio de la conversación, Oscar tomó sus cinco diseños, de esos dijo que le gustó uno y le modificó algo.
“Estando ahí, en frente a él pensaba ¿a mí quién me mandó a meterme en moda?, está bueno que me pase”, pero pese a la decepción siguió escuchándolo y al final de la conversación De la Renta le dijo: “tú lo que deberías es hacer una pasantía conmigo en Nueva York”.
“Yo perdí la compostura y grité. Y él me dijo que estaba haciendo eso para ver si en verdad eso me importaba y era lo que yo quería hacer, porque yo iba a ver lo que era realmente el mundo de la moda”, y así fue.
Oriett cuenta que allí conoció lo que era el negocio completo de la moda, porque él la llevó por todos los departamentos. “Yo compraba café, barría, pasaba cintas, tomaba fotos, vestía modelos, tuve que conocer la contabilidad, el área comercial, todo”, narra.
El despegue. Concluida la experiencia se involucra en el diseño de calzados y estando en ese proceso se le presenta la oportunidad de participar en la Semana de la Moda en República Dominicana, presentó dos vestidos y ganó. Posteriormente presentó la colección Armadura en Dominicana Moda y de ahí el resto es historia.
Realizó sus propios desfiles y comenzó a ganar clientes.
“De esa colección la primera celebridad que vistió de mí fue Arlenys Sosa y después Paulina Rubio y después Kim Kardashian”, expresa y luego se fueron sumando celebridades como Kate Underwood, Rebeca Romijn, Amelia Vega, Juliana Lewis y otros.
En el proceso dio a conocer sus piezas en en tiendas de renombre en Italia, Arabia Saudita, Kwait, Egipto y en Dallas y las páginas web de varias tiendas.
Enfrentando las dificultades. Pero no todo fue positivo en la formación de Oriett, cuenta que se casó estando muy joven con el novio que la guió hacia el mundo de la moda y tuvo que enfrentar un divorcio con apenas 25 años. “Cuando me divorcio empiezo de cero otra vez, tuve que volver a mi apartamento, esta vez sola. Los empleados de siete bajaron a tres, tenía el taller en una habitación de servicio y atendía los clientes en la sala”, recuerda.
Sin embargo, poco a poco se fue recomponiendo y hoy exhibe un elegante local con su marca conocida entre los grandes y su nombre brillando junto a los de los grandes diseñadores del mundo.