Origen de la cocina cantonesa

Origen de la cocina cantonesa

La gastronomía cantonesa es la más variada, innovadora y conocida de todas las cocinas regionales de China. Los habitantes de las provincias de Cantón y Fukien, en la costa sur de China, han estado siempre más vueltos hacia el exterior que hacia las demás provincias chinas. Ya en el siglo XIV, en la época Ming, comenzaron a emigrar hacia el sudeste de Asia, llevando consigo sus conocimientos culinarios.

En 1842 se firma el tratado de Nankin y la ciudad de Cantón se abrió a Occidente, lo que originó una corriente migratoria hacia Australia y California en busca de oro o trabajo.

Muchos de ellos encontraron un nuevo modo de vida abriendo restaurantes. Estos emigrantes combinaban con encurtidos sus mezclas de trocitos de carne y verduras rehogados y aderezados en salsa de soya. Esto se llamó “chop suey”, muchos occidentales siguen creyendo que es un plato chino, aunque en realidad se trata de un híbrido creado por los cantoneses en la América del siglo XIX, durante la construcción del ferrocarril.

La cocina cantonesa es una tradición que se ha desarrollado y sofisticado durante muchas centurias. La geografía y el clima son favorables; la provincia donde se encuentran Cantón y Hong Kong, Kwangtung, tiene la costa más larga de todas las provincias chinas. Su clima es subtropical, con lluvia en abundancia seis meses al año, lo que permite recoger dos cosechas de arroz y que la gente lo coma dos veces al día.

Es donde más carne comen de todas las provincias chinas. Además de cerdo, pollo, pato y oca, los cantoneses disponen de cangrejos, congrio, anguila, cangrejos de río, gambas, calamares, vieiras y ostras, amén de una gran variedad de pescados. Existe un sinfín de platos que van bien con el arroz blanco, que se sirve en todas las comidas.

En tanto que la preparación de platos alcanza toda la gama de las técnicas culinarias chinas. El rehogado a la cantonesa es la especialidad de esta provincia. Lleva la “fragancia del wok” que se logra añadiendo rápidamente y sin interrupción las cuatro series de ingredientes. Primeramente se calienta el wok, hasta que sale una columna de humo; se vierte muy poco aceite inclinando bien el wok y luego se suele añadir escalonia, jengibre y ajo. Cuando empieza a sisear esta mezcla en el aceite caliente y empieza a desprender su fragancia, “despierta el wok”. Vienen después los principales ingredientes del plato ya cortados y, si es carne, puesta previamente en maceración.

Por regla general, los platos cantoneses no son ni demasiado condimentados ni muy picantes, sino más bien una mezcla armoniosa de distintos sabores que para ellos es la regla de oro. Como todos los ingredientes son fresquísimos, casi vivos, no necesitan añadir muchas especias. Sólo tienen que agregar unos pocos condimentos para realzar el sabor de los ingredientes principales.

Ingredientes:
1 melón de tamaño mediano
1mango
Dos cucharaditas de miel
2 yogures naturales desnatados
1 ramito de menta fresca

Preparación:

Lave bien el ramito de menta, seque las hojas y córtelas en tiritas finas.

En un bol, mezcle el yogur con la miel y las hojas de menta troceadas y deje macerar todo junto durante dos o tres horas dentro de la nevera. Si quiere rebajar calorías, puede sustituir las dos cucharaditas de miel por una cucharada de edulcorante artificial.

Pele el melón y corte en lonchas a lo largo, retirando el hueso central.

Coloque las frutas, alternando ambas y adórnelas con algunas hojas de menta que habrá reservado. Déjelas en la nevera hasta el momento de servir.

Antes de sacarlo a la mesa, rocíe las frutas con la salsa de yogur fría.

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