Orígenes del desarrollo de las naciones

Orígenes del desarrollo de las naciones

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Hay un complejo de culpa atávico, en el maniobrar de algunas de las presentes civilizaciones que interactúan en los cientos de países de la Tierra, que vemos cómo en los más civilizados se pretende hurgar en las raíces profundas de los orígenes para determinar conductas y actitudes, que determinarían si se marcha por un camino adecuado de desarrollo.

En caso de hurgar en los orígenes para explicar conductas modernas, los mejicanos nos llevan años luz cuando desde su plaza ceremonial de las tres culturas buscan justificar de cualquier manera sus comportamientos en cuanto al marginamiento de su numerosa población indígena, apartada y sometida a los abusos como los ocurridos hace años en Veracruz, donde miles de habitantes desalojados de sus terrenos, protestan desnudos en las calles de la capital mejicana y no se les presta atención. Por igual en Bolivia la elección de un presidente cocalero, de amplio respaldo popular, es la pauta de una rebelión de seres marginados que no se les atendía y despiertan para expresarse y rebelarse por su estado de pobreza.

Es una constante que los pueblos caribeños, o antillanos, busquemos nuestras raíces llegándose a los extremos de renegar las que le corresponde a la sangre ibérica, o inglesa o francesa, y nos sumergimos en la sangre africana, que casi todos llevamos en alguna proporción en el torrente sanguíneo, para escudarnos en la razón de nuestro atraso. Ahora se exaltan los símbolos más señeros de la religiosidad y cultura africana para ver cómo justificar el atraso; la culpa es por haber sido conquistados por la raza ibérica, que con sus lacras y debilidades, solo vino a buscar riquezas al continente, arrasando con las poblaciones indígenas que la poblaban al invadirnos a finales del siglo XV y primeras décadas del siglo XVI.

El arrastre de la mezcla de sangre ibérica, indígena y africana, para el hemisferio sur del continente, junto a las islas caribeñas, ha marcado un sendero de frustraciones, latrocinios, ambiciones, matanzas e incapacidades, que con todo y ser (fue) el continente de la esperanza se ha quedado rezagado en el conglomerado de naciones que venzan, se desarrollan y progresan cuando ya las asiáticas, atrasadas tan solo hace 25 años con relación a las latinoamericanas, las superan en desarrollo e imponen sus condiciones de ayuda para socorrer a los países que eran más ilustrados, más avanzados y civilizados de América del Sur, Central y del Caribe.

Entonces, esas herencias genéticas determinan la conducta de las naciones. Por un lado, las de origen sajón, con más disciplina y determinación en sus metas, dominan el mundo con su desarrollo, han sido responsables de los más grandes exterminios humanos de la historia, e incluso hoy en día se apasionan cuando sus raíces guerreras avasallan a otras naciones más pobres. Los países africanos no se sacuden de su atraso, aún cuando ya hay naciones avanzando aceleradamente en su desarrollo y determinación de mayor disciplina y objetivos desarrollistas.

América, con la sangre latina en sus venas, se mantiene en el pantano de su machismo e indivualismo, sin poder erradicar la pobreza y a sus malos gobiernos, como lo han logrado las naciones asiáticas que como la India, China, Corea y Japón dominan el comercio mundial y avanzando arrolladoramente para convertirse en los amos de la Tierra, con su herencia oriental de miles de años, en donde figura como el eje central su núcleo familiar con sus valores culturales. Los musulmanes, enardecidos por su espíritu guerrero, se debaten en su riqueza petrolera y su rebeldía recalcitrante, que solo son postrados por tiranos que les hacen pagar con sangre su determinación de querer ser libres.

No hay dudas, que viendo el avance colosal de los chinos y de los indios en los pasados cinco años, nos damos cuenta que las naciones latinoamericanas han sido marginadas en el desarrollo por ese espíritu del individualismo, de incapacidades, de hacerse los sufridos de que todo el mundo querer abusar de los pobres latinoamericanos y se entretienen con proclamar por todos los lados los atropellos de los poderosos. Se embarcan en tediosos e inservibles seminarios de análisis y así justifican que cada vez hay más pobreza, que cada vez están surgiendo nuevos Mesías políticos de extremismos trasnochados para guiar a los pueblos por un sendero incierto y demagógico de atraso, que solo servirían para ampliar más la brecha entre los países desarrollados del norte terrestre y del avance de los países asiáticos. Incluso ya hay naciones africanas que imponen su decisión de progreso, dejando muy mal paradas a las latinas, que una vez se creían que pertenecían al continente de la esperanza y herederos del desarrollo de las naciones europeas y de Estados Unidos, para tan solo quedarse atrapadas en el atraso, la pobreza, la incapacidad y la corrupción.

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