Orígenes del mal

Orígenes del mal

SERGIO SARITA VALDEZ
Erase una vez cuando Adán se distinguía de Eva por su sexo, en tanto que la mujer se diferenciaba por su capacidad de iniciativa, persuasión y sutileza para el logro de sus objetivos. De acuerdo al relato bíblico la primera hembra derivó de una de las costillas del macho, hueso que el Señor arrancó al inocente Adán mientras dormía. Leamos textualmente los versículos 21 y 22 del capítulo 2 del libro Génesis de la Biblia: “Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Y le sacó una de sus costillas, tapando el hueco con carne. De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre”.

Todo parece indicar que la estructura sustraida logró recomponerse puesto que en las revisiones minuciosas de las osamentas antiguas no se notan cambios numéricos entre los arcos costales masculinos y femeninos.

 De acuerdo a las sagradas escrituras era la serpiente la más astuta de todos los animales. Fue ella quien preguntó a Eva: “¿Es cierto que Dios les ha dicho: No coman de ninguno de los árboles del jardín? La mujer respondió: ‘Podemos comer de los frutos de los árboles del jardín, menos del fruto del árbol que está en medio del jardín, pues Dios nos ha dicho: No coman de él ni lo toquen siquiera, porque si lo hacen morirán. La serpiente replicó: De ninguna manera morirán. Es que Dios sabe muy bien que el día que coman de él, se les abrirán a ustedes los ojos y serán como dioses y conocerán el bien y el mal.

“La mujer vio que el árbol era apetitoso, que atraía la vista y que era muy bueno para alcanzar la sabiduría. Tomó de sus frutos comió y se lo pasó a su marido, que andaba con ella, quien también lo comió. Entonces se les abrieron los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos, y se hicieron unos taparrabos cosiendo unas hojas de higuera… Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Andarás arrastrándote, y comerás tierra todos los días de tu vida”. Todo parece indicar que el malcriado animal siguió desobedeciendo al Altísimo, pues todavía es la fecha que no se le ha visto comer tierra.

La sentencia para la mujer fue bastante drástica. Veamos el dictamen: “Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos. Con dolor darás a luz a tus hijos, necesitarás de tu marido, y él te dominará”. Este cruel castigo todavía perdura entre todas las mujeres pobres del planeta.

Para Adán el Todopoderoso impuso la siguiente reprimenda: “Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que Yo te había prohibido comer: Maldita sea la tierra por tu culpa. Con fatiga sacarás de ella tu alimento por todos los días de tu vida. Espinas y cardos te dará, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado. Porque eres polvo y al polvo volverás”. Dicho designio celestial lo han venido cumpliendo a cabalidad todos y cada uno de los desheredados de la fortuna en el paraíso terrenal.

Los primeros hermanos registrados en el Génesis lo fueron Caín y Abel. Cuenta la Biblia que: “Pasado algún tiempo, Caín presentó a Yavé una ofrenda de los frutos de la tierra. También Abel le hizo una ofrenda, sacrificando los primeros nacidos de sus rebaños y quemando su grasa. A Yavé le agradó Abel y su ofrenda, mientras que le desagradó Caín y la suya. Caín entonces se enojó mucho y su rostro se descompuso. Yavé le dijo: ¿Por qué te enojas y vas con la cabeza agachada? Si tú obras bien, tendrás la cabeza levantada… Caín dijo después a su hermano: Vamos al campo. Y cuando estuvieron en el campo, Caín se lanzó contra Abel y lo mató. Yavé dijo a Caín: ¿Dónde está tu hermano Abel? Y él respondió: No lo sé; ¿Soy acaso el guardián de mi hermano?”

En la República Dominicana son unos miles los Caínes que matan a quienes deberían ser sus hermanos en tanto que se cuentan por cientos de miles los Abeles que caen víctimas del odio, la envidia y la maldad de los primeros.

Mientras tanto, seguimos manteniendo viva la llama de la esperanza con la seguridad de que mas temprano que tarde predominarán en nuestro país los hombres y las mujeres de frente erguida, satisfechos de hacer el bien, quedando en minoría los de cabeza agachada, segregados por su mala conducta.

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