Originalidad, entusiasmo y olvidos

Originalidad, entusiasmo y olvidos

CARMEN IMBERT BRUGAL
La creatividad de Luis Acosta Moreta -El gallo- es irrebatible. Con objeción o sin ella, el hombre sabe como estar presente, provocar, despertar simpatías y animadversíon. El 8 de marzo sorprendió a varias mujeres, en sus centros de trabajo, con los redoblantes que acompañaban un bastón ballet y con la entrega de una placa de reconocimiento. La más atónita fue una prestigiosa y veterana magistrada que, no por rechazo, sino por la imposibilidad de suspender sus laborales, hubo de perderse el desfile de las bastoneras, previo a la entrega del galardón, auspiciado por la Oficina de Desarrollo de la Comunidad-ODC-.

El gallo tuvo que enfrentar la oposición de algunas mujeres cuando ideó la gratuidad de una alisado para el cabello hirsuto, con el objetivo de agradar a las féminas, en la época navideña. Los epítetos en contra del gestor de la acción fueron variopintos y contundentes. Se le enrostró la connotación racista de la oferta pues el director de la ODC habló de “moños malos”. Le imputaron intrascendencia a la iniciativa. Las objetoras fueron vencidas por el testimonio de las ciudadanas agradecidas y por los argumentos de Luis. ¿A quién no le gusta estar bonita? rebatía orondo y propaló que las opositoras a su avanzada estética, lucían peinados impecables.

Políticamente correcto o no, El gallo sigue trabajando y no le importa que murmuren. Desde aquel cumpleaños que le celebró a un hoyo, ubicado en la avenida 27 de Febrero, hasta la cruzada felina que pretendía exterminar los ratones en algunos barrios de la ciudad. El otrora reformista se las ingenia para ganar atención pública e intentar paliar, con gracejo, algunas carencias.

Sirvió el detalle del director de la ODC para ponderar cuánto ha perdido y cuánto ha ganado la República Dominicana cuando recuerda a la mujer. Es imperativo reconocer la masificación del discurso. Los medios de comunicación registran en la agenda la efeméride. A través de las frecuencias de radio y televisión, se escuchan desde poemas exaltando la belleza femenina y la gloria de la maternidad, hasta felicitaciones e invitaciones para el intercambio de regalos.

Cuando asumir el tema era baldón, permitía invectivas perversas y burlas. Y los prejuicios crearon un estereotipo falso de feminista, mujeres de distinto origen y militancia, expusieron las razones y consecuencias de la discriminación femenina. Entonces sólo era aceptable e inofensivo rememorar las sufragistas, aludir el trabajo de las que supieron obtener de la tiranía el derecho al voto.

Ardid del sátrapa o no, la concesión del 1942 tuvo como precedente el tesón de dominicanas excepcionales. Quizás sin atreverse a enfrentar el régimen oprobioso, entendieron la desigualdad que implicaba negarles el sufragio. De aquella época pervive el “Ideario Feminista” de Abígail Mejía y su imperecedera sentencia: la única coquetería que algunos hombres no perdonan es la de tener talento. Pero ¿qué ha pasado? ¿por qué las reseñas actuales omiten la referencia a las demás? ¿Por qué los reportajes carecen de contexto y es obvio el hiato que separa a unas y a otras?

Es innegable que la mayoría de esas mujeres cambiaron el rumbo de sus vidas, algunas abjuran de su antigua labor pero la circunstancia no impide la mención del esfuerzo y sus resultados. El olvido ha llegado temprano y aunque no debe extrañar en una sociedad donde un escándalo tiene la duración de un suspiro, es preocupante.

Ahora basta la algarabía por las conquistas, como si fueran dádivas. Sin embargo las cifras actuales demuestran que algo anda mal. Es irrefutable la presencia mayoritaria de mujeres en las universidades, en el sector salud, en el magisterio. Indiscutible también su ausencia en los asuntos de Estado e impostergable destacar la percepción de los jóvenes. El saldo es desconcertante. La investigación realizada por Francisco Cáceres y Germania Estévez-2004-iniciativa de PROFAMILIA y USAID, “Violencia Conyugal en la República Dominicana” consigna estadísticas lamentables. Los jóvenes y solteros son más conservadores que los demás y admiten, por ejemplo, su derecho a golpear la compañera. El 69.5% de las mujeres unidas y el 77.8% de quienes no tienen marido, confiesan haber padecido alguna forma de violencia emocional.

…” los hombres entre 15 y 34 años son quienes piensan que tienen la última palabra al momento de decidir asuntos del hogar y de la propia mujer. la percepción de la mujer sobre sus derechos pone de manifiesto que no sólo los hombres más jóvenes, sino que las mujeres más jóvenes son más permisivas frente a las agresiones de sus compañeros. (op.cit) Mientras la banalidad tiende su alfombra, la realidad es encubierta. Ojalá la originalidad de El gallo contagie a tantas personas bienintencionadas que amenizan una fiesta insulsa cada 8 de marzo. La faena tiene que ser cotidiana, la denuncia constante. La reivindicación de las triunfadoras de hoy no puede condenar a las otras. Tal vez así comience la rectificación de esa concepción inesperada de la juventud cibernética y globalizada. Será difícil la transformación, ellos y ellas crecen en un colectivo que permanece imperturbable cuando se entera que un joven cercenó las manos de su concubina y una juez considera importante su libertad.

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