El 40 por ciento de la población dominicana se encuentra entre 15 y 35 años de edad, si aumentamos el rango hasta 65 años, nuestro universo de personas jóvenes superaría el 60 por ciento. Lo antes expuesto revela que, distinto a otros países, contamos con un capital humano preparado física y mentalmente para producir las riquezas que necesita la nación para su desarrollo integral.

Sin embargo, el 33 por ciento de los jóvenes dominicanos ni trabaja ni estudia, con lo que se pone de manifiesto una gran deuda social acumulada con ese importante segmento poblacional. Esta cifra duplica la tasa de desempleo abierto que hoy exhibe el país.

El embarazo en jóvenes con edades entre 15 y 19 años es la principal causa de defunción para esa franja de la población a escala mundial, pero en República Dominicana esos datos presentan un panorama más negativo ya que tenemos el doble de la tasa mundial de adolescentes embarazadas, pues una de cada cinco jóvenes está embarazada, es decir el 22 por ciento de nuestras jóvenes, debido entre otras cosas, a que el 52 por ciento de las mujeres y el 72 por ciento de los hombres están teniendo relaciones sexuales antes de los 18 años.

El panorama mostrado pudiera llenarnos de pesimismo respecto al futuro de los jóvenes dominicanos, más no es ese el propósito de mis letras, sino despertar el interés de nuestra población juvenil en la participación activa en la vida pública, no importando los obstáculos que los distintos sectores sociales pudieran imponer.

Al recorrer las páginas de nuestra gloriosa historia dominicana encontramos en ellas muchos jóvenes protagonizando los episodios más relevantes de nuestras epopeyas, tal es el caso del principal padre fundador de la República, Juan Pablo Duarte, quien al momento de proclamar la Independencia contaba con menos de 32 años de edad, dejándonos así, un ejemplo digno de imitar en todo el sentido de la palabra.