Osama bin Laden y Barack Obama

Osama bin Laden y Barack Obama

Esta semana inició con la noticia de la captura y asesinato de Osama bin Laden en una operación militar de Estados Unidos en Pakistán. El legendario líder de Al Qaida había desaparecido misteriosamente de la faz de la tierra, y vaya sorpresa, vivía en una colonia militar pakistaní. Permanece la interrogante de por qué no fue capturado antes con todos los millones que Estados Unidos entrega a los militares pakistaníes.

Después de casi 10 años de los ataques del 11 de septiembre de 2001, la figura de bin Laden había perdido relevancia, y su posible captura tenía importancia quizás sólo para los familiares de las víctimas del 11 de septiembre y para el gobierno de Estados Unidos.

Para los familiares de las víctimas, la caída de bin Laden es símbolo de justicia en la impotencia que generó la tragedia. La captura sirve también para que Estados Unidos conmemore la primera década del atentado el próximo 11 de septiembre con un cierto triunfalismo, después del derroche de recursos humanos y financieros en dos guerras percibidas sin fundamento claro por amplios segmentos de la opinión pública.

Pero para el presidente Barack Obama, la captura de bin Laden tiene múltiples e importantes significados políticos.

Primero, hace varios días Obama anunció su decisión de repostularse en las elecciones de 2012 en medio de un declive en la aprobación de su gestión. Como no se vislumbra una gran mejoría económica que pueda revertir los datos de encuestas, la captura de bin Laden traerá, aunque sea temporalmente, un aumento en la popularidad a Obama.

Segundo, la ofensiva republicana contra el gobierno de Obama ha sido feroz desde hace un año, y en noviembre pasado los republicanos registraron una victoria electoral importante a nivel legislativo y estatal. Ahora se preparan para enfrentar al presidente Obama en la aprobación de la ley de presupuesto de 2012, y luego para buscar una victoria en las elecciones presidenciales. Con la captura de bin Laden, Obama logró lo que no pudo George W. Bush, y esto abre una ventana de oportunidades para que resalte su compromiso con la defensa nacional, casi monopolio de los republicanos, y se proyecte como líder fuerte.

Tercero, en la campaña electoral de 2008, Obama prometió terminar las guerras de Irak y Afganistán. De Irak ya comenzaron a salir tropas, pero en Afganistán aumentaron. Un factor clave para justificar una retirada de las tropas norteamericana de Afganistán era la captura de bin Laden. Ya se logró y esto quizás facilite por lo menos una reducción de los contingentes. La sensación de conclusión de estas guerras permitiría a Obama reconquistar el apoyo de los sectores liberales antimilitaristas.

Cuarto, para comenzar a sanear las finanzas del gobierno de Estados Unidos se necesitan grandes recortes presupuestarios. Las dos áreas fundamentales de gastos públicos son la defensa y los programas sociales (pensiones y seguros médicos, en particular). Será difícil reducir mucho los gastos sociales porque los programas más costosos (seguro social y medicare) benefician a las capas medias. Por eso un recorte en defensa deberá contemplarse. La captura de bin Laden y el regreso de algunos contingentes militares abren esa posibilidad.

Quinto, las protestas sociales en los países árabes en busca de libertad pueden deslindarse por un camino democrático liberal o por uno islamista fundamentalista. Para Estados Unidos es crucial debilitar Al Qaida para que no crezca en las revueltas, o durante las transiciones políticas que se avecinan.

Hay sucesos que definen o redefinen una presidencia: la captura de Osaba bin Laden será uno de esos para Barack Obama.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas