La eliminación física del líder terrorista Osama Bin Laden por unidades élites de Estados Unidos en el pobladito paquistaní de Abbottabad, el día 2 del presente mes de mayo, en manera alguna termina con el terrorismo de Al  Qaeda (La Base), sino que traslada el escenario a otras vertientes.

Bin Laden organizó una mefistofélica red de criminales que demostraron su deshumanización con varios actos dinamiteros de corte terrorista, el más sonado de todos, destruir las Torres Gemelas de Battery Center de Nueva York, el 11-09-01, donde perecieron más de cinco mil inocentes.

De origen rico, hijo de un constructor saudí, Bin Laden se volvió en contra de sus orígenes y estilo de vida, impulsado por el odio religioso, político y social de no solamente la dinastía saudí que desgobierna despóticamente a su país natal desde 1932, sino contra Occidente y específicamente, contra Estados Unidos.  Declarado enemigo público número 1 por Washington y sus aliados de la Unión Europea incondicionales todos, los organismos de inteligencia del Potomac centraron por una década en identificar y capturar a Bin Laden por todos los medios, inclusive intentando eliminarle con aquellos bombardeos profundos en las montañas afganas de Tora Bora, hasta que por fin dieron con el terrorista.

Que la acción fue ilegal porque Estados Unidos actuó en términos militares y violentos en un país que no es el suyo como Pakistán, que no ha protestado por ser su aliado y percibir al año miles de millones de dólares del contribuyente estadounidense como ocurrió con Hosni Mubarak y los gobiernos israe1íes para acorralar a los palestinos é impedir la proclamación formal de su hogar en Cisjordania y la Franja de Gaza.

Estados Unidos más bien con el final de Bin Laden debieran permitirse una reflexión a nivel planetario de cuáles son los motivos que crear a los Bin Laden y la manera en cómo crear un temario nuevo de convivencia mundial sin la arrogancia del unitalitarismo y la imposición.