Osama, Obama y Ozama

Osama, Obama y Ozama

Probablemente necesitemos del auxilio de un reconocido lingüista de la categoría de Noam Chomsky a fin de que nos ayude a entender cómo cosas tan disimiles suenen al oído de una manera tan parecida. Osama Bin Laden tiene un nombre que recuerda el  arameo Hosanna que significa «Sálvanos, por favor».

Por otro lado Obama es el primer Jefe de Estado Norteamericano con ancestro africano, premio Nobel de la  Paz con la paradoja de ser  heredero de dos guerras y de verse  envuelto en una tercera. Duro y triste debió resultarle al galardonado la desagradable tarea de anunciar a su país y al mundo la muerte a tiro de un antiguo aliado de su gobierno en la resistencia afganistana contra la entonces poderosa Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Sin embargo, esa noticia tendría la compensación de que informaba haber acabado con la vida de un mítico personaje acusado de ser el responsable intelectual de miles de muertes en el repudiado derribe de las famosas torres gemelas de la ciudad de Nueva York.

La repercusión de la muerte violenta tipo homicida de Bin Laden en territorio de Paquistán opacó localmente el gran impacto que debió tener el lamentable hecho trágico de una niña de apenas siete años cuyo cadáver parcialmente devorado por la fauna acuática y ya en proceso de descomposición fue extraído de las aguas del caudaloso río Ozama. La menor había caído dentro de una cloaca cuya tapa estaba ausente en el preciso momento en que la víctima caminaba por la acera cuando caía un intenso aguacero. Inmediatamente enterado afloró a mi mente un caso muy similar sucedido mientras me ejercitaba una madrugada  con mi perrito pequinés por los alrededores del bello y hermoso Jardín Botánico. Llovía copiosamente y de repente el canino se sumergió  y desapareció en medio de un charco de agua que había en la acera. Tuve la suerte de que llevaba al animal con una cuerda atada al cuello al instante en que cayó dentro del  destapado hidrante. Hube cual improvisado rescatista de emplear una serie de maniobras a oscuras para salvar el perrito. Jamás volví a pasear la mascota por la peligrosa acera del Botánico, tampoco lo intentaría de nuevo ahora que faltan más tapas de hidrantes en ese trayecto de caminantes.

Volviendo a la trágica suerte de la escolar  residente en el populoso sector de Guachupita sabemos que su cuerpo sin vida fue arrastrado por la mal llamada cañada de Bonavides y depositado en las entrañas del caudaloso río Ozama. Sucedido el hecho notamos que los cacos siguen haciendo su agosto vendiendo las tapas metálicas de los hidrantes, en tanto que nuestros distraídos y juguetones niños, las personas con problemas visuales y los transeúntes no familiarizados con los hoyos de las aceras son expuestos a desagradables y trágicas consecuencias.

Aquí en la República Dominicana continuamos entretenidos y distraídos con la serie Osama, Obama y Sobama, ¡perdón! quise decir Sobeida. Mientras tanto, el Ozama que digiera en su vientre contaminado a otras tantas  Esmeylin y que muchas familias Marte Castro lloren desconsoladamente todas estas muertes evitables.

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