Oscar Berger enfrenta crisis social

Oscar Berger enfrenta crisis social

GUATEMALA (AFP).- El empresario Oscar Berger inicia este jueves en Guatemala su mandato de cuatro años en medio de la expectativa de amplios sectores económicos y sociales por impulsar un cambio que reduzca la pobreza y combata la corrupción y la impunidad.

Berger, de 57 años, despertó expectativas favorables principalmente entre el poderoso sector privado, para impulsar un gobierno que retome la confianza para atraer inversión local y extranjera, destinada a reactivar la economía estancada desde finales de 1998 y para generar numerosos puestos de trabajo.

«Estamos respirando una buena gota de esperanza y optimismo. Ahora hace falta que todos nos podamos unir, para poder trabajar por un mismo fin», advirtió la Premio Nobel de la Paz 1992, la indígena Rigoberta Menchú, quien ha adelantado su intención de colaborar con el gobierno de Berger.

Por su parte, el procurador de los Derechos Humanos, Sergio Morales, señaló que «es importante el llamado que hizo a la unidad nacional. Coincido con el presidente en la lucha contra la corrupción y en que los Acuerdos de Paz -suscritos en 1996- sean la agenda mínima» de su gobierno.

El influyente diario Prensa Libre tituló en su editorial de este jueves: «Comienza una nueva esperanza», mientras que el rotativo Siglo XXI encabezó su editorial con el titular: «Del cinismo a la esperanza», al aludir al dicurso del mandatario saliente, Alfonso Portillo «sobre un país inexistente».

En su discurso de toma de posesión, Berger prometió el miércoles un gobierno de unidad, que integre a los indígenas, que constituyen el 41% de los 11,2 millones de habitantes, así como realizar investigaciones administrativas sobre presuntos actos de corrupción de los funcionarios salientes.

Empero, el nuevo gobernante advirtió que para lograr la pretendida unidad, deben cumplirse los compromisos de paz, que pusieron fin a 36 años de guerra, dejando una sociedad polarizada por los más de 200.000 muertos o desaparecidos.

Además, Berger dijo que buscará integrar a toda la población en su acción gubernamental en calidad de «auditores sociales» y destinará mayor énfasis en la inversión, con prioridad en la educación y salud, así como garantizar la seguridad ciudadana.

El presidente también reconoció su compromiso para poner fin a la confrontación que caracterizó el gobierno de Portillo con la cúpula empresarial, con el fin de generar confianza y atraer inversión local y extranjera, que permitan generar nuevos empleos «con un salario digno».

Pese a las voces dominantes de optimismo, hubo algunas disonantes, principalmente por el discurso del mandatario, ya que le cuestionan que profundizó poco o nada sobre tareas concretas y cómo ejecutarlas, incluido el llamado a integrar a los mayas así como en el cumplimiento de los compromisos de paz.

«Muy pobre el discurso, muy general, positivo pero en el sentido de ser optimista y conciliador pero muy genérico, muy fantasioso», señaló a la AFP el analista político y económico independiente Pablo Rodas.

Berger «desaprovechó la oportunidad para dar las líneas generales de lo que será su gobierno. Es cierto que fue breve -de unos 20 minutos- pero el público poco a poco fue perdiendo atención», apuntó Rodas.

Aunque Rodas lo calificó como «el peor discurso desde que se inició el proceso democrático (en 1986), por ser una serie de eslogan publicitario», advirtió, al igual que otros analistas, que «debe dársele el beneficio de la duda».

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