El pais.Oscar López Rivera Fue un preso político puertorriqueño que cumplió una larga condena en Estados Unidos acusado por las autoridades estadounidenses.Hoy/Pablo Matos 21-10-2019
Tenacidad. Como el acero mejor templado, López sigue firme en liberar a Puerto Rico. La lucha es más diversa que hace 50 años. Los jóvenes toman la antorcha, ponen su chispa, guiados por la experiencia de sus antecesores.
Cuál sería la entrada ideal para contar la historia de Óscar López Rivera, ese hombre apasionado, revolucionario para unos, terrorista para otros, al que 36 años de cárcel solo lograron fortalecer el espíritu combativo que le hace asegurar que Puerto Rico, su patria, dejará pronto de ser colonia de Estados Unidos?
Con amabilidad y auténtica sonrisa nos recibe en el modesto hospedaje. Empieza el relato sobre los 121 años de la isla bajo el dominio estadounidense. En la medida en que la habla, su voz adquiere más firmeza hasta llegar a la indignación, porque le repugna que un país pueda entrar a otro y avasallarlo, vejarlo de esa manera.
“Han cometido demasiados crímenes, encarcelado a tanta gente, es mucho tiempo ya. Con qué derecho lo hacen, quién les autorizó” pregunta molesto.
En su narración repleta de colores, de protestas callejeras no es protagonista. Su humildad le impide describir todo lo que sufrió antes, durante y después del encarcelamiento.
Rememora las batallas de Borinquen por ser libre y le alegra que la mayoría de los que salen a la calle sean jóvenes y sobre todo, mujeres, como en julio, cuando el pueblo decidió que el gobernador Ricardo Rosselló debía irse y lo sacó con cacerolazos y arte. Allí estuvo para respaldarles.
Aunque fue una victoria, tampoco es que le alegra que Wanda Vásquez sea la sucesora, le atribuye una estela negativa, le reprocha que desde la Procuraduría de la Mujer en lugar de luchar contra la violencia doméstica la ignorara.
Más, el entusiasmo con el que la juventud toma la antorcha le deja satisfecho, porque sabe que está en buenas manos. Es la mezcla perfecta, disgusto y creatividad han dado origen a estrategias llenas de matices, de una imaginación tan pintoresca como la isla misma y claro, la tecnología ha sido gran aliada.
Por esto, proclama que la lucha sigue, como el primer día, con más medios a la mano para difundir la causa y con otras herramientas. Le gusta el lema de los muchachos “Somos más y no tenemos miedo”, con el que han concitado el apoyo de sus pares de muchas partes de América y del mundo.
“Reclamamos con amor, sin violencia. Los tiempos y las condiciones cambian, no podemos seguir como hace 50 años y la Policía debe entenderlo. Sus ataques a los manifestantes son criminales, como en julio, en las marchas contra un gobernadorcito que tomó una posición que dañaba a todos”.
Les recuerda a las autoridades que las propias leyes les dan a los pueblos oprimidos potestad para defenderse, para exigir su derecho a ser libres.
“Si permitimos el colonialismo, perpetuamos un crimen de lesa humanidad. Ese imperio no tenía derecho en 1898 a meterse a Puerto Rico, a ocupar, a matar, a saquear…”.
En una analogía, evoca cuando a los 22 años fue obligado a pelear en Vietnam, so pena de prisión. Le duele lo que hizo Estados Unidos a los vietnamitas, los atropellos, las masacres, los cateos indignantes a casas y personas.
Esos seres humanos no fueron las únicas víctimas, los soldados latinoamericanos también, de una guerra que no les incumbía y en la que no querían participar.
De pie. Las manifestaciones incluyen la liberación de Ana Belén Montes y de Nina Droz Franco, en la que han sido apoyados por muchos países y en el caso de la primera, esperan las condiciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para excarcelarla.
Ahora López Rivera platica sobre su propia libertad, concedida mediante indulto en 2017, por Barack Obama, un presidente del que dice que quizás sea buena persona pero parte de un sistema, que tal vez quería algo mejor para la gente, que nunca le permitirían ejecutarlo y le jugaron en contra para evitarlo.
La sentencia fue a 55 años, dictada en 1981. Tenía entonces 38, acusado de conspiración sediciosa, uso de fuerza para robar, transporte interestatal de armas de fuego y conspiración para trasladar explosivos con la intención de destruir propiedad gubernamental y en 1988 vino otra condena, a 15 años, sindicado de intento de fuga de la prisión federal de Leavenworth.
Cargos que su defensa catalogó falsos, y que pese a nunca ser probados, igual recibió condena.
Tanto tiempo entre rejas no lo detuvo. El siguiente paso es llevar el caso de Puerto Rico a la Asamblea General de las Naciones Unidas, “que en 1953 aceptó la mentira de que los puertorriqueños tenían el derecho a la libre determinación, por un acuerdo con Estados Unidos, que dejó de ser colonia”. Los sacaron de la lista de naciones que buscaban su independencia y obviaron la resolución que establecía que en los ‘90 sería eliminado el colonialismo.
En esta causa está seguro de que las repúblicas hermanas les respaldarán, que Cuba, por ejemplo, aunque algunos la ven distinta después de la salida de los Castro, continuará la solidaridad firme de siempre.
“El presidente Miguel Díaz Canel está bien preparado para gobernar, es un ejemplo de gobernante, que defiende los intereses de su pueblo, con cambios positivos y negativa la injerencia de Estados Unidos, que afecta a nuestros países, con el boqueo a los cubanos, acusaciones contra Nicolás Maduro, las medidas contra Hugo Chávez”, asevera.
No obstante está claro de que “los del Norte” buscarán apoyo para evitar que la intención tenga éxito, porque la industria, la empresa es el capital que compra lo más valioso de un ser humano, la vergüenza, la dignidad.
Frente a tantos escollos a demasiadas trapisondas ¿Valió la pena tantos años de cárcel? Sí, responde con certeza y amplia sonrisa.
Libertad que la prisión no redujo
Alfonso Torres Ulloa, de la Campaña de Solidaridad con Cuba, explica que López Rivera estuvo en el país en las actividades que organizaron por el centenario del natalicio de Dolores Lebrón (Lolita), la mujer que cumplió 25 años de prisión por atacar la sede del congreso de Estados Unidos. En esa conmemoración participaron la Academia de Ciencias, la Universidad Autónoma de Santo Domingo y el Comité de Amistad Domínico-Boricua.
Describe al revolucionario “héroe de nuestra América, ejemplo de resistencia y de amor por la patria herida. Hombre consagrado ante la historia que marca con humildad sus pasos por esta vida terrenal con el silencio y la persistencia de Gandhi o Mandela, guiado tan solo por amor a su pueblo, la justicia y la humanidad”.
Es el luchador antiimperialista de Latinoamérica que ha padecido la más larga cárcel en condiciones difíciles, de tortura y de aislamiento.
Torres asegura que la justicia actuó con saña, pues no pudo aportar una sola prueba por los cargos que le imputaban y esto lo convirtió en un símbolo de libertad para su pueblo y el continente.
Lo define como la sencillez de la religiosidad independentista, consagrado con fervor a la lucha desde la resistencia cívica, que en 36 años encarcelado sentíase un hombre libre y como tal actuó con su pensamiento, por lo que jamás pudieron doblegarlo, que venció la violencia de Estado ejercida en su contra, “tan solo con su moral situada en la cumbre más alta del patriotismo”.
¿Cómo ignorarlo?
Era imposible que la presencia en el país de Óscar López Rivera no creara alborozo y que entidades como la Academia de Ciencias, la Campaña de Solidaridad con Cuba, partidos políticos, fundaciones dejaran pasar la ocasión para reconocerle. Pero el homenajeado también homenajeó, lo hizo a Eugenio María de Hostos, con una ofrenda floral.
Debió llegar el jueves más un percance dejó a cientos de pasajeros varados. Una nimiedad para un hombre de su estirpe. El sábado arribó y hasta su partida el martes su agenda fue apretada. Incluyó una disertación en el panel Lolita Lebrón, pensamiento y acción, una conferencia en la universidad estatal, reuniones con los embajadores de Cuba, Milagros Soto Agüero y Venezuela, Alí Uzcategui Duque, recital poético, entrevistas en medios de comunicación…