Osvaldo Virgil fue el pionero; luego brillaron Marichal, los Alou, Carty, Cedeño y dieron paso a Pedro, Sosa, entre otros

Osvaldo Virgil fue el pionero; luego brillaron Marichal, los Alou, Carty, Cedeño y dieron paso a Pedro, Sosa, entre otros

POR DIONISIO SOLDEVILA
El 23 de septiembre representa una fecha muy importante para el béisbol dominicano en las Grandes Ligas. Y es que hace exactamente 50 años, Osvaldo Virgil debutó en las Grandes Ligas con los Gigantes de Nueva York.

Aquella tarde, Virgil se fue en blanco en cuatro turnos al bate, cometió un error en la antesala y su equipo perdió el partido ante los Filis de Filadelfia. Pocos recuerdan esas estadísticas al día de hoy, eclipsadas por la trascendencia de su gesta como el primer dominicano en las mayores.

«Para mi ha sido un orgullo, un honor el que Dios me escogió para ser esa persona, el primer dominicano en las Grandes Ligas», dijo Virgil en una entrevista telefónica desde su hogar en Montecristi, en el noroeste del país.

Virgil, de 74 años, recuerda su fichaje con los Gigantes en 1952, con apenas 17 años de edad y por la suma de 125 dólares.

“En esa época el dinero era lo de menos, había que jugar béisbol para ganarse la vida», recuerda el precursor del béisbol quisqueyano.

Muchos le han seguido desde entonces, incluyendo al dirigente de los Gigantes de San Francisco, Felipe Alou y el único dominicano en el Salón de la Fama, Juan Marichal.

«En mi tiempo había muchos mejores (dominicanos) que podían estar en las Grandes Ligas, pero yo tuve la suerte de estar en los Estados Unidos», recordó.

De hecho, Virgil pensó que Rudy Hernández debutaría primero que él en las mayores aunque este último fue el tercero detrás de Alou.

Hoy en día la República Dominicana es el mayor productor de jugadores de las mayores detrás de Estados Unidos, con 85 en roster del día inaugural y lista de lesionados. En total, más de 400 peloteros quisqueyanos han jugado en las Grandes Ligas.

También, más de 1.000 dominicanos se encuentran en las menores aspirando a una oportunidad para jugar en las mayores.

Virgil jugó con seis equipos en las Grandes Ligas, principalmente como un utility y lamentó nunca haber recibido la oportunidad de ser un regular.

«Lo único que desearía es haber tenido la oportunidad de jugar todos los días para poner mejores números», señaló.  En nueve años en Grandes Ligas tuvo un promedio de .231, con 14 jonrones y 73 empujadas con los Gigantes de Nueva York, Tigres de Detroit, Atléticos de Kansas City, Orioles de Baltimore y Piratas de Pittsburgh.

«Tuve la oportunidad de ver muchos jugadores dominicanos importantes como Juan Marichal, los hermanos Alou, los hermanos Olivo y también con uno de los más grandes dominicanos, Tetelo Vargas», indicó.  El dominicano recibirá un reconocimiento en Montecristi de parte de las autoridades locales y estará en San Francisco el 27 de septiembre para la presentación de un documental sobre el béisbol dominicano en las Grandes Ligas.

Además, los Gigantes iniciarán un plan de reconstrucción de estadios en el hogar de Alou en Haina, y también en el pueblo de Virgil.

ABRIO LAS PUERTAS

Detrás de Virgil, decenas de dominicanos han pasado por las Grandes Ligas, dejando bien claro que el talento criollo es capaz de superar con creces al de cualquier parte del mundo.

En las décadas de los 50, 60 y 70, el talento dominicano fue expandiéndose con figuras de mucha relevancia, encabezadas principalmente por el ya legendario dirigente Felipe Alou.

Con los Gigantes, Alou jugó entre 1958 y 1974, compartiendo tiempo de juego con sus hermanos Jesús y Mateo, siendo el primer trío de hermanos quisqueyanos, y el único hasta la fecha, en jugar en unos mismos bosques.

Pero en la ofensiva dominicana de los tiempos de Alou también se encontró la figura de una persona de alto calibre, que todavía hoy en día se mantiene vigente en el béisbol.

Ese fue Manny Mota, que con los Dodgers de Los Angeles se dejó sentir en grande, hasta inscribir su nombre en los libros de récords.

Mota terminó sus 20 años en las Grandes Ligas como el líder de hits siendo bateador emergente, además de lograr unas cuatro campañas en las que bateó por encima de .300.

Entre 1970 y 1986, César Cedeño fue uno que cautivó la fanaticada con los Astros de Houston, presentando uno de los mejores brazos del negocio y un bate fino que siempre se dejó sentir.

50 años de récords y hazañas

EL PITCHEO

El béisbol dominicano siempre se ha caracterizado por un excelente pitcheo en la Gran Carpa y esa lista la encabeza el único criollo en haber pisado el Salón de la Fama: Juan Marichal.

Marichal ganó 243 partidos en las mayores, y con 245 juegos completos, además de un dominio como uno de los mejores de su era, la única pena que cabee recordar es que el Monstruo de La Laguna Verde nunca recibió siquiera un voto para el premio Cy Young.

En la época de Marichal, se otorgaba solo un premio para ambas ligas y el derecho generalmente chocaba con figuras como Sandy Koufax y Bob Gibson, para nombrar solo dos figuras.

Tras Marichal desfilaron lanzadores batalladores y de mucha estirpe como fueron los casos de Joaquín Andujar, que con los Rojos de Cincinnati fue una de las figuras principales de la Gran Maquinaria Roja.

LA EPOCA MODERNA

En la pelota moderna, de los 80 y en adelante se comenzaron a sentar las bases del dominio absoluto que mantienen los peloteros dominicanos por encima de los de los demás países.

Con la presencia sólida de figuras como George Bell y Pedro Guerrero, la ofensiva quisqueyana comenzó a ganar respeto en el béisbol de la Gran Carpa.

Eso es algo que se venía cocinando desde los días en que Rico Carty causó estragos con su poderoso bate y con el título de bateo que consiguió en 1970, cuando bateó para .366 luego de superar un episodio de tuberculosis. Pero realmente fue en los años 90, cuando la presencia quisqueyana se dejó sentir con su mayor fuerza y todo lo encabezó el toletero dominicano Sammy Sosa. Con sus épicas batallas jonroneras frente a Mark McGwire y Barry Bonds, Sosa escaló a los niveles más altos de la popularidad.

Sosa se encuentra hoy en un virtual retiro, a solo 12 cuadrangulares de la poderosa marca de 600 toletazos de vuelta completa.

Pero el legado dejado por Sosa, que ganó el premio al Jugador Más Valioso en la temporada de 1998, es uno que no podrá ser olvidado por nada ni por nadie que haya disfrutado del deporte del bate y la pelota.

Tras Sosa nacieron los hombres que hoy dominan los titulares, los Albert Pujols, David Ortiz, Manny Ramírez y Vladimir Guerrero que han conformado alineaciones de terror para los lanzadores que tratan de sobrevivir en la jungla de las Grandes Ligas.

PEDRO EL GRANDE

Desde finales de la década de los 90 y hasta mediados de la del 2000, el derecho Pedro Martínez se convirtió en el mejor lanzador de todo el béisbol. Martínez se metió en un puño a sus contrarios, en un período en el que ganó tres premios Cy Young, conquistó una Serie Mundial y apasionó al público dominicano, americano y de todo el mundo que sigue el béisbol.

Su paso a la inmortalidad es inminente y como uno de los mejores del negocio, Martínez es la clara representación del pitcheo dominicano . Con más de 200 triunfos, a un paso de los tres mil ponches, y el respeto de ser uno de los mejores de toda la historia, Martínez es ampliamente reconocido como una figura de hegemonía en el béisbol dominicano.

LOS PREMIOS NOVATO DEL AÑO

Los galardones no han faltado para los jugadores dominicanos, comenzando con Alfredo Griffin, como el primer pelotero de nuestro patio en ganar un premio.

En 1979, Griffin se convirtió en el Novato del Año de la Liga Americana con los Azulejos de Toronto.

A Griffin le han seguido otros cuatro criollos en ganar ese premio. En 1994, Raúl Mondesí se llevó el Novato del Año con los Dodgers de Los Angeles, mientras que en el 2000 los Bravos de Atlanta disfrutaron de una primera campaña de ensueño para Rafael Furcal.

Un año más tarde, Albert Pujols se llevó el premio con los Cardenales de San Luis y en el 2003 Angel Berroa se quedó con el de la Americana con los Reales de Kansas City.

JUGADOR MAS VALIOSO

En 1987, George Bell ganó el primer premio al Jugador Más Valioso conquistado por un jugador dominicano, cuando lo hizo con los Azulejos de Toronto en la temporada que pegó un total de 47 vuelacercas.

Once años pasaron antes de que otro criollo lograra la proeza, cuando Sammy Sosa y los Cachorros de Chicago celebraron la Gran Batalla Jonronera con Mark McGwire. Con sus 66 vuelacercas, Sosa puso al mundo a vibrar  En el 2002, Miguel Tejada tuvo un año de impacto con los Atléticos y en el 2003 el turno le tocó da Alex Rodríguez con los Vigilantes de Texas.

La racha de dominicanos JMV continuó en el 2004, con Vladimir Guerrero y los Angelinos, mientras que en el 2005 le tocó de nuevo a Alex en la Americana y en la Nacional se quedó Albert Pujols con la presea.

EL CY YOUNG

El premio destinado al mejor lanzador de la liga solo ha sido conquistado por dos serpentineros criollos aunque quizás debió recaer también sobre Marichal, que nunca tuvo el chance de recibir siquiera un voto. El primero en ganar el premio fue Pedro Martínez, quien lo ha recibido en tres ocasiones en su carrera, siendo la primera la de 1997 con los Expos de Montreal, cuando registró 17-8 y 1.90 de efectividad. En 1999 repitió la hazaña, ya con los Medias Rojas al registrar 23-4 y 2.07 y en el 2000 con 18-6 y 1.74 de efectividad.

En el 2005, el derecho de los Angelinos Bartolo Colón tuvo una de las mejores temporadas de su carrera con 21-8 y 3.48, siendo el Cy Young de la Liga Americana.

DIRIGENTE DEL AÑO

Los dominicanos también han estado presentes en los puestos dirigenciales y el líder de ese departamento es Felipe Alou, quien conquistó el Manager del Año con los Expos de Montreal en la temporada de la huelga de 1994.

Casi una década más tarde le tocó el turno al una vez llamado pelotero de la patria, en la persona de Tony Peña.

Peña, en su primer año con los Reales de Kansas City en el 2003 se quedó con el premio de la Liga Americana.

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