Otra batalla por el ambiente

Otra batalla por el ambiente

Lejos de los propósitos que animan a la Organización de las Naciones Unidas y varios países, la XV Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático, que tiene lugar desde el martes en Copenhague,   se perfila como otra batalla en la que los países más contaminantes cederán poco en cuanto a atenuar sus emisiones de gases de invernadero y pretenderán, en cambio, que las naciones pobres asuman la tarea de enfrentar el calentamiento global a cambio de ayuda económica.

 Aunque faltan varios días de debates, persiste el patrón de conducta del mundo industrializado que ha impedido aplicar el Protocolo de Kioto para reducir a los niveles de 1990 los volúmenes actuales de la emisión de seis gases a los que se atribuye el calentamiento global. Estados Unidos, la mayor potencia industrial, a lo sumo se ha limitado a reconocer que los gases industriales son dañinos para la salud.

Alivia que bloques como la Unión Europea y potencias industriales como China, parecen firmemente inclinados a lograr una reducción de las emisiones tóxicas que a pretender que los países pobres asuman la tarea de “enfriar” el ambiente. Se aspira a que en los días que faltan haya una toma de conciencia sobre la necesidad de un compromiso vinculante y global por la salud del único ambiente que tenemos.

Un verdadero culto al absurdo

Al Hospital Central de las Fuerzas Armadas y el Palacio de los Deportes los separa la avenida José Ortega y Gasset, de doble vía, de tráfico muy denso y peligroso. Por el alto riesgo a que al cruzar esa avenida se exponen médicos y enfermeras, pacientes y familiares,  las autoridades  construyeron un puente peatonal  metálico, para lo que, inclusive, fue necesario modificar la altura de una línea de alta tensión que pasaba muy cerca de la estructura metálica.

Lo admirable del caso es que la gente siguió cruzando la avenida ignorando el puente. Muy pocas personas lo utilizaron en sus inicios y ya está tan deteriorado por el óxido, que muchos temen que empiece en cualquier momento a soltar trozos de metal. A las autoridades debería preocuparles el motivo que tiene la gente para exponerse a ser arrollada antes que cruzar por esa estructura metálica. Un puente al que la gente le huye se convierte en un estorbo, en un verdadero culto al absurdo.

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