Para lograr nuevas ayudas de hasta 86.000 millones de euros, en tres años, por parte de sus acreedores (FMI, BCE et UE). Imagen de referencia.
ATENAS. Los acreedores impusieron el lunes a Grecia, para evitarle una salida del euro, una ‘hoja de ruta’ económica difícil de aplicar, cuyos primeros efectos podrían agravar aún más la situación del país, según opinión de varios economistas.
Para lograr nuevas ayudas de hasta 86.000 millones de euros, en tres años, por parte de sus acreedores (FMI, BCE et UE), Grecia, pese a estar dirigida por un gobierno de izquierda radical, tendrá que ajustarse aún más el cinturón con una serie de medidas consideradas «recesivas» por varios economistas.
Estas medidas subida del IVA, restricción de pensiones, recortes varios– que el parlamento heleno debe votar este mismo miércoles, «son las más duras en términos de austeridad» según los analistas del Crédit Suisse.
Se producen además después de que Grecia, tras cinco años de recesión hasta fines de 2014, haya perdido en ese período un 25% de su PIB.
«El precio del acuerdo (del lunes entre Atenas y la zona euro) es muy alto (…) y el resultado es que Grecia se mantendrá en recesión durante algunos años» observa Paul de Grauwe, de la London School of Economics.
«El acuerdo plantea algunos interrogantes. El primero es sobre el crecimiento: ¿en qué momento podemos imaginar un retorno del crecimiento en Grecia?», se pregunta Philippe Waechter, de Natixis Asset Management . «No es lo que esperábamos, es un programa que no evitará la recesión», deplora por su lado Michalis Spourdalakis, profesor de Ciencias políticas en la universidad de Atenas.
Grexit no es tabú
Christian Odendahl y John Springford del Centre for European Reform (CER) han hecho las cuentas. Según el acuerdo, Grecia debe lograr un superávit primario –un saldo presupuestario positivo, sin el pago de la deuda antes de empezar a debatir con los acreedores una reestructuración de la colosal deuda pública, del 180% del PIB.
Los acreedores piden estos superávits primarios anuales, de 2015 a 2018, de 1%, 2%, 3% y 3,5% respectivamente. Pero, según el CER, no habrá superávit en 2015, un año que ya es complicado políticamente.
Y el ahorro exigido para los tres años años siguientes provocará una pérdida de «entre 3,2% y 4,25% del PIB». «Un gobierno que de forma tan aturdida había prometido que pondría fin a la austeridad, se verá obligado a hacer lo contrario, reduciendo el PIB, aumentando el desempleo (ya en torno al 25%, ndlr), alentando a los radicales y favoreciendo una inestabilidad política creciente» escriben los economistas del CER.
El propio primer ministro Alexis Tsipras ha admitido desde el lunes del aspecto «recesivo» de las medidas impuestas.
Pero subrayó que era la vía para obtener «un plan europeo de inversiones de 35.000 millones de euros, una reestructuración de la deuda, y una financiación asegurada por tres años que hará comprender a los mercados que el Grexit ya pertenece al pasado».
Pero las cosas no son tan claras, advierten los economistas. Para el CER, en efecto, «el Grexit sigue estando sobre la mesa».
Y Jonathan Loynes, de Capital Economics, considera que a menos de «una reestructuración sustancial de la deuda griega algo improbable–, el futuro de Grecia en la zona euro sigue siendo extremadamente dudosa».
También los economistas de la Deutsche Bank recuerdan que desde este fin de semana «un Grexit ya no es tabú».
«Si vuelve a producirse un problema con el gobierno griego, el Grexit estará rápidamente entre las opciones durante las negociaciones (…) y los responsables políticos griegos deberían ser conscientes de ello», asegura.