Otra forma de democracia

Otra forma de democracia

Inadecuadas relaciones humanas y políticas de los funcionarios gubernativos venezolanos frente a sus adversarios han conducido a un callejón sin salida a ese país. Hartos los opositores, desean el desplazamiento del ejercicio de la Presidencia de Nicolás Maduro. Los seguidores del fallecido Hugo Chávez, arremolinados en derredor de la figura del mandatario, rechazan la remoción de Maduro. La entienden como un golpe de Estado.
Lo cierto es que, tras una deposición de Maduro -cuya inmadurez he resaltado otras veces y reitero hoy-, sobrevendrá la cancelación de sus aliados. Cuando no, su apresamiento. Porque apretujados en la poltrona presidencial, tales chavistas jutgaron a la bravatocracia, no a la democracia. Y tal exhibición de fuerza impuesta desde las gradas del Poder, devino en rechazo casi colectivo.
Los opositores, a su vez, apostaron por el desvanecimiento de los encantos del chavismo. Y conjurando paciencia y calma, tienen espacio político para reclamar la salida de Maduro de la Presidencia. No alcanzarán el objetivo propuesto tal cual se configura en los discursos -pronunciados en la Asamblea Nacional. Pero minarán las bases del chavismo al extremo de que, cuando la rueda termine de dar la vuelta, será el pueblo el perseguidor de Maduro. Y quién sabe si, a la lista serán sumados personajes como Diosdado Cabello y otros gerifaltes gubernativos.
Lo deseable es invocar otra forma de democracia. Una expresión de mandato basada en la armonía humana sin abandonar la proclamación de una nueva época para los venezolanos. El camino escogido, empero, no es el más adecuado y conveniente. Está cercano a la inclinación arrogante del comandante Chávez. Pero el fallecido coronel sabía nadar y guardar la ropa. Sus discípulos chapalean en el agua. Mas, no nadan, y tirados al agua como lo están, no han sabido guardar las apariencias.
No pretendo aconsejarlos. Además, la democracia venezolana de la cual podría hablarles, no existe desde hace tiempo. Aludo a aquella sembrada por Rómulo Betancourt luego de la caída del régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez.
La decrépita democracia echada abajo por Chávez no tuvo nada que ver con aquella cuyas semillas diseminó Betancourt.
La aniquilada por Chávez fue la degeneración de la propulsada por Betancourt, con apoyo de Rafael Caldera y hasta por el quisquilloso de Jóvito Villalba. ¡Qué políticos aquellos! Por lamentable que parezca, las generaciones políticas sucedáneas no les dieron a ellos ni por el tobillo. Y justamente porque no siguieron sus huellas, abrieron camino a un mayoritario
descontento del pueblo venezolano y al aunamiento de Chávez. Pero de la que hablo es de otra democracia desconocida para los políticos de las actuales castas en el Poder en Miraflores.
¡Qué lástima!

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