Otra foto analizada

<p>Otra foto analizada</p>

LEO BEATO
Una foto vale má que mil palabras. Daniel Ortega y Leonel Fernández dándose un tremendo apretón de manos publicitario durante la juramentación del primero en Nicaragua y publicada el 11 de enero en el periódico Hoy.

Ortega, experimentado y taimado, su cuerpo semi-inclinado hacia el Presidente dominicano y haciendo contacto corporal con ambas manos como un trofeo parece estar afirmando: “Este es mi gallo pinto ganador”. Al mismo tiempo exhibe una picaresca sonrisita publicitaria de foto finish.

Sin embargo, Leonel Fernández muestra una evasiva expresión corporal, Ojos hacia abajo, mas bien inclinado hacia el lado contrario al de Daniel Ortega, estrechando la mano derecha de éste protocolarmente y de forma lánguida como si fuera la reencarnación exacta del doctor Joaquín Balaguer Ricardo. Ni chicha ni limoná diría un gitano. Un jugador de póquer empedernido de quien nunca se sabe el tipo de cartas que tiene entre las manos. El heredero real de Balaguer Ricardo en cuanto a personalidad se refiere parece haber sido Leonel. Fernández a pesar de que su gran maestro fue el profesor Juan Bosch, a quien Dios también tenga en su santa gloria junto con los demás.

Observemos ahora la mano derecha en alto del Presidente dominicano, también publicada por Hoy en otra edición. Dedos juntos demostrando una tendencia a la represión freudiana, índice más largo que el anular (indicando liderazgo nato), pulgar derecho y macetudo (indicando gran fuerza de voluntad y, al mismo tiempo, una tendencia a la inflexibilidad).

En otras palabras, que Leonel Fernández en lenguaje freudiano es una especie de contradicción humana ambulante. Parece una cosa pero en realidad es otra, tal como en el caso de Balaguer Ricardo, el borincano dominicano que dirigió a la nación por más de treinta años (si incluimos la época trujillista). La apariencia siempre engaña. Es lo que en psicología se conoce como rasgos fisonómicos predominantes.

En el caso quiromántico de las líneas de la mano éstas están nítidamente diseñadas como en un destino manifiesto.

Una larga vida de servicio a su país en la línea de la vida; la línea del destino, también nítida, como la de un sabio egipcio reencarnado. La forma de la mano como la de un artista metido a político o, mas bien, la de un político con dotes de artista, pues después de todo la política es un arte aunque en Dominicana todo ha sido lo contrario desde el principio. A Leonel Fernández todavía le queda mucho por construir en su propia vida y en la vida de su país. Representa al hombre de las nuevas generaciones. Por otro lado su mano es la del jugador de póquer clásico que nunca se sabe con cuántos ases está jugando o si en lugar de póquer lo que está jugando es ajedrez.

Danilo Medina y Leonel están libando como dos abejas reinas una contienda parecida a la del doctor Juan Isidro Jiménez Grullón con el profesor Juan Bosch a la que este último comparó al cuento aquel del compái perro con su colega el compái gato. Todo lo que el perro sabía se lo había enseñado su compadre hasta que se enemistaron y el perro le cayó atrás para defifarrarlo.

Al gato encaramarse en un árbol del camino y ponerse a salvo donde el perro no podía llegar éste, sintiéndose impotente ante las circunstancias le increpó:. “¡Adió compái gato pero ese truco usted nunca me lo enseñó!”.

Y el gato, asesando y muy risueño desde las alturas desde donde se había situado, le repostó: “Anjá, y si le hubiera enseñado ese truco…¿qué sería ahora de su compadre, eh?”

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